"Quiero que hagas un espectáculo", le dice Perfidia Beverly Hills (Teyana Taylor) a su novio, conocido como Ghetto Pat (Leonardo DiCaprio). Acto seguido, la cédula disidente French 75 toma el control de un centro migratorio en la frontera con México para liberar a todos los prisioneros. "¡Viva la Revolución!"
El director Paul Thomas Anderson lleva casi dos décadas intentando llevar la historia de Una Batalla Tras Otra a la pantalla grande: una adaptación libre -más fiel al espíritu que a la letra- de la novela "Vineland", del escritor posmoderno Thomas Pynchon, en la que traslada el relato a un presente distópico con paralelismos alarmantes a la situación actual de Estados Unidos, desde las redadas de ICE al auge de grupos supremacistas blancos y un régimen cada vez más autoritario.
En el fondo, sin embargo, está la historia de un padre y su hija. En esta saga americana, que se desarrolla a lo largo de 16 años, vemos el costo que tiene la lucha sobre las personas. Ghetto Pat, ahora Bob Ferguson, termina sucumbiendo a la paranoia.
Él sabe sobre la vigilancia masiva que el gobierno ejerce, pero también conoce a la figura del coronel Steven J. Lockjaw (Sean Penn), el prototipo de militar que mientras más desquiciado es, más admiración recibe. Y en este caso, además está obsesionado con su hija Willa (Chase Infinity).
La película de Anderson recorre todos estos registros con un impecable control sobre el tono, a pesar de que abarca varios géneros, desde la acción y la sátira, pasando por la denuncia y la comedia negra, hasta vestigios de un neo-western.
El Bob de DiCaprio nos recuerda por momentos al Dude de El Gran Lebowski (1998), ocupando un lugar casi incidental en la historia; todo está pasando a pesar de él y, sin embargo, es parte integral de cada engranaje.
Esa hilarante torpeza se ve contrarrestada por la intensidad de quienes lo rodean, desde el memorable villano de Penn hasta la incendiaria presencia de Taylor, además de un brillante Benicio del Toro.
Todos sumidos en un caos incesante de supervivencia y sublevación, acompañados por las notas discordantes de Johnny Greenwood, y culminando en una persecución que inmediatamente se convierte en canon del celuloide.