Desde el Lunar Azul
Buen inicio de semana, estimados lectores. Muchas cosas que comentar en nuestra patria chica hidrocálida. Arranquemos con las elecciones internas del PAN para renovar comités municipales. Como siempre, hubo de todo: ganadores, perdedores y los que, desde la banca, tomaron nota de los reacomodos en cada municipio.
Nunca falta quien diga que estos ejercicios son mero simulacro, porque al final la “1” buscará arrasar y, como buena imitadora de la 4T, impondrá a sus cercanos en las siguientes candidaturas. Ojalá no caiga en esa tentación: mantener vivo al único “lunar azul” real contra la 4T exige más que cuotas y caprichos. De nada sirve la militancia si sus votos acaban en el bote de la basura para complacer a un grupo que se siente dueño del padrón.
Los números hablan: apenas 20 % de los afiliados acudió a votar. Muy poco, y quizá explicable por la sensación de avasallamiento que transmite el grupo en el poder. Y, sin embargo, algo positivo queda: el PAN en sus mejores tiempos se distinguía por la democracia interna, esas contiendas feroces donde se disputaban posiciones con votos y no con designaciones “desde arriba”. Urge rescatar ese espíritu, hoy secuestrado por la legión extranjera y por el “genio” que todo opina y corrige bajo el pretexto de que “todo es imagen”.
En los hechos, solo en dos municipios hubo contienda real. En Calvillo, el Chicahual Mayor barrió 3 a 1 al malhumorado diputado Valdivia, que parece olvidó el arte de hacer política. En San José de Gracia la cosa fue más cerrada: la alcaldesa apenas sacó diez votos de ventaja frente al equipo apadrinado por “YSQ”. Bien por el Chicahual y su gente: no solo ganaron, confirmaron al “senador de la gente” como el más buscado por la militancia. Que no se repita la historia de bajarse a la hora buena “por el bien del partido”. En política, el que afloja pierde, y los guindas no perdonarán debilidades.
Las encuestas refuerzan la advertencia: el PAN se proyecta con 40–44 % de intención de voto para 2027, frente al 30–32 % de Morena. Hay margen, sí, pero también riesgo: errores internos, fracturas o imposiciones podrían acortar esa brecha. Diversas encuestas lo confirman, y nombres como Antonio Martín del Campo figuran como abanderados fuertes. Pero si esos cuadros no convencen hacia dentro, difícilmente capitalizarán hacia afuera.
El contraste de participación lo dice todo: 58 % en elecciones generales, apenas 20 % en la interna panista. Es una brecha alarmante. Los que controlan el poder interno son los militantes activos y las estructuras, más interesados en encabezar el discurso que en reflejar la voluntad amplia del electorado. Recuperar la democracia interna del PAN no es solo justicia partidista: es estrategia electoral. Si el PAN no escucha y no juega limpio en casa, Morena puede recortar distancias o incluso movilizar más en distritos clave. Y ahí se juega la hegemonía albiazul.
Y hablando de congruencia, imposible no recordar al prócer del cinismo político, Gonzalo N. Santos, “el Alazán Tostado”, célebre por frases que hoy parecerían dictadas en Palacio Nacional: “La moral es un árbol que da moras” o los “ierros” que aplicaba a sus enemigos: encierro, destierro y entierro. Él convirtió la política en negocio familiar con olor a pólvora y corrupción.
Lo traigo a cuento porque en Aguascalientes no deberíamos normalizar lo que en otros lugares ya es costumbre: fortunas mal habidas vendidas como éxito empresarial, políticos reciclados disfrazados de “ciudadanos apartidistas”, o los mismos de siempre mamando del erario. Aquí todavía se distingue entre quienes se hicieron patrimonio trabajando y quienes lo amasaron al calor de contratos públicos o ilegales.
Por eso toca ser ciudadanos firmes y no cómplices. Que no nos pase como a Sheinbaum: llegó con buena imagen, pero arriesga su capital político defendiendo lo indefendible. Si de verdad “no son iguales”, que lo demuestren. Ejemplo claro: los huachicoleros fiscales, ese ejército de factureros y navieros que cuesta a México cientos de miles de millones de pesos al año. Si en Aguascalientes los hay —y claro que los hay—, que se les aplique la ley, no que se les siente en primera fila de informes ni se les candidatee como “empresarios exitosos”.
Ya viene el tiempo de recoger varas. Y cada quien sabrá con qué mano sostenerlas: la de la congruencia o la de la simulación inmoral.
Dejamos otras cosas más en el tintero, como los lloriqueos de los del SNTE en lo local, aquellos “prófugos del gis y pintarrón” que mandaron a cubrir sus plazas; ya no den pena, la líder actual a nadie engañó, la cabra tira pa’l monte, dicen… Y le haria bien al profe de Tamaulipas, que se acuerde de todos los compromisos que no cumplió en su gestión, con la palabra empeñada… Solo faltan tres años para la siguiente renovación del comité.
Hasta aquí subió la roca.