Sergio Quijano había esperado un año y ocho meses desde que se inauguró el tren de más de 500 mil millones de pesos
La vez que el guía de turistas del ex convento de San Antonio de Padua quiso comprar un boleto del Tren Maya los guardias salieron gritando y por eso no lo ha podido estrenar.
Sergio Quijano había esperado un año y ocho meses desde que se inauguró el tren de más de 500 mil millones de pesos. La tarde del martes 19 de agosto, por fin iba a pagar 443 pesos por recorrer cinco estaciones hasta Cancún. Por el mismo camino, los turistas nacionales pagan 665 y los internacionales 886, pero a él nunca le había interesado, como a casi todo el resto de la población local. Y ahora se arrepiente.
"Estaba yo en la ventanilla cuando se descontroló todo. Fue cuando chocó, cuando lo chocaron. Salieron los militares y todo, la emergencia, empezaron a gritar ¡protocolo! ¡protocolo! ¡protocolo! Así que ahí nos vemos, ya no regresé", dice en la entrada al convento amarillo mirando hacia la terminal de autobuses, del otro lado del jardín central. El camión de la estación del tren acaba de llegar, pero nadie viene.
El tren, que llegó a la 13:36 horas a la estación de Izamal rumbo a Cancún, traía 430 asientos en siete vagones. Sólo 74 ocupados. "Te vas a ir casi solo", había dicho un oficial del abordaje en Teya, cerca de Mérida.
Una docena se bajó en Izamal y buscó como largarse de ahí. Sin base de taxis, con apenas dos locales comerciales en funcionamiento, de los 16 disponibles, el único transporte a la ciudad es un camioncito verde.
Quizás por eso, un mes antes del accidente, dice el guía, en una encuesta de julio encontraron que sólo el 15 por ciento de turistas llega a Izamal en el "caballo de fuego" o "tsíimin k'áak", en maya.
Este día, el guía no ha tenido suerte. Es 18 de septiembre y ni un cliente. Encima, llovizna. Lo peor es que alguien le pregunte qué fue lo que pasó el día del accidente. Que si hubo algún herido. Él habla con desgana, como si lo hubiera respondido cientos de veces.
"No, porque, de acuerdo a los peritos, ya había bajado la velocidad", dice. "Tenían que hacer el cambio de vía pero no se hizo y le dio al otro tren". ¿Entonces qué fue?, le insisten. Y él, como casi todos los de estas tierras donde los antepasados creían en cinco soles, responde si dudar: "Fue un sabotaje".
A estas alturas, más de un mes después, nadie sabe por qué sucedió. Al día siguiente del hecho, en la conferencia de la Presidenta Claudia Sheinbaum, el general Óscar David Lozano Águila, director de la empresa militar Tren Maya SA de CV, dio la única explicación. La única hasta ahora, aunque incompleta.
El Tren 307 que iba a Cancún, explicó, estaba en su vía. Otro, el 304 que venía de Cancún quiso pasar por una de las vías intermedias, cosa rara, porque pudo usar la del extremo opuesto para que descendieran los pasajeros.
Habían pasado los dos primeros vagones, cuando "intempestivamente", dijo, la vía cambió de posición hacía el tren ya estacionado. El segundo vagón se salió de la vía, aseguró, aunque en el diagrama que presentó el segundo y el tercero estaban fuera.
"Es un percance de vía, no es un descarrilamiento", dijo el militar.
Lozano Águila le restó importancia. Los dos trenes eran de cuatro vagones, que tienen capacidad para 230 pasajeros cada uno. De los 460 pasajeros que podrían ir, apenas iban 261. "No me gusta comparar, pero en España, en 2022, (hubo) 175 casos similares como el que enfrentamos nosotros, en un año. En Estados Unidos: más de mil 600 casos de descarrilamientos".
La Red Nacional de Ferrocarriles Españoles (Renfe) transporta cada día a 135 mil 600 pasajeros sólo en viajes comerciales. En Estados Unidos, Amtrak, una de las ocho líneas ferroviarias, asegura que tiene 89 mil 100 diarios en 300 trenes a más 500 destinos.
El Tren Maya, en cambio, tiene 17 trenes y 34 estaciones en una ruta circular. Apenas lleva un millón 504 mil 319 pasajeros transportados entre el 15 de diciembre de 2023, cuando se inauguró, y el 11 de agosto pasado. Un año y ocho meses.
El Programa de Avance Institucional de la obra, que Andrés Manuel López Obrador inauguró cuatro veces, reportó 241 "siniestros" entre enero y julio de 2024. Principalmente, objetos sobre vía con 122. Pérdida de potencia, también, con 114.
El 25 de marzo de ese año, en Tixkokob, la estación entre Mérida e Izamal, hubo un descarrilamiento que la Defensa atribuyó a falla de fijación mecánica de tornillos y al sistema de cambio de vías.
"Yo creo que no es una falla humana porque está automatizado", dijo el general sobre el más reciente accidente. Anunció una Comisión Dictaminadora que en 15 días podría dar su informe. Una carpeta de investigación de la Fiscalía. Pero aún sin resultado y el vacío se llena de sospechas.
"Nunca quedó claro", dijo Amelia Caballero, una mexicana que vive en Seatle. Aquel día de agosto iba con su pareja en el tren que se descarriló. A la fecha no ha recibido su reembolso pues no cumple el requisito de tener una cuenta bancaria en México. "Mi anécdota en el Tren Maya me costó 3 mil pesos", acusó.
Las investigaciones, en tanto, continúan en Izamal. Las escaleras del andén en dirección a Mérida están cerradas con cintas amarillas. Hay cuatro carriles en la estación, pero los trenes que van a Cancún y vienen de allá -seis veces al día- usan el mismo. A las 13:36 y las 13:39 coinciden los dos. Uno espera al fondo, el otro ocupa el andén.
Elementos de Guardia Nacional explicaron que las vías del otro lado siguen en mantenimiento. "Están averiguando qué es lo que pasó y si la piedra resiste", puntualizó uno de ellos.
Tan en calma, en la taquilla se oye el rumor de la luz y del aire acondicionado. En el pasillo hay 56 asientos, sin contar con los de la tienda de refrescos y cervezas, aunque la tarde del jueves sólo hay cuatro personas esperando. Hay más del doble de militares de la Guardia Nacional. Un hombre que se quita los zapatos. Una pareja que acaricia a dos perros con hambre. Otro pregunta en la taquilla por qué no se usa el otro andén.
"Aquí en nuestro andén nada más tenemos las señaléticas en el que va a pasar el tren. Entonces, si vamos a estar cambiando un andén aquí y de regreso en otro andén, tendríamos que cambiar esa señalética y bancas incluso al otro andén", le responden.
Ya en el andén hay siete militares de la Guardia Nacional y tres pasajeros en espera de subir al tren. El tren de las 18:41 también tiene siete vagones, pero 104 pasajeros. Nadie en la clase premier.
Con todo, la seguridad en el Tren Maya no es la principal queja. Dan más miedo los taxistas. En Mérida una pareja se queja de que el taxi del centro a la estación, 12 kilómetros, le cobró 600 pesos aunque los de aplicación cuestan 140. Los de la Guardia Nacional responden que no es su asunto. Otro más cuenta que una vez le quisieron cobrar 892.
Los yucatecos mueven la cabeza y dicen que siempre es así. También dicen que sí, que muy bien, que muy bonito el Tren. Pero no lo usan. Más que nada porque no les sirve.