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Nos duele Sinaloa

Opinión.

CUANDO UNO ESTUDIA AL Estado, aprende que sus elementos, son: territorio, población y gobierno; mismos que se entrelazan en el concepto de soberanía, el cual es entendido bajo el principio que hacia el exterior todos son iguales y al interior, no hay nada por encima del Estado; y por ello cuando Tomas Hobbes concibió al Estado, lo entendió como aquel monstruo bíblico llamado el Leviatán.
 
EL LEVIATÁN IMPLICA QUE EL Estado requiere de instituciones sólidas, es decir reglas claras y fuertes que le den la vitalidad suficiente para imponerse, para que garantice elementos de convivencia a los integrantes de la sociedad, por ello se considera que el Estado surge del llamado pacto social en el que los integrantes de la sociedad renuncian a ciertos derechos en aras de un bien superior y a ciertos compromisos que asume como fundamentales.
 
LA DISCUSIÓN SOBRE CUÁLES SON las funciones del Estado es muy profunda y no se encuentra superada, pero independiente de la carga ideológica que se tenga, todos coinciden en que el Estado debe atender sus obligaciones en materia de seguridad y justicia, mismas que se reconocen como funciones elementales para la obligación principal de los Estados: sobrevivir.
 
ES IMPORTANTE RETOMAR ESTOS conceptos de las funciones elementales del Estado, dado que lo que hemos vivido en nuestro país en los últimos lustros, es justamente un Leviatán roto, un Estado incapacitado para garantizarle a la ciudadanía seguridad y justicia y ello, dado el crecimiento exponencial de los grupos delictivos y la complicidad de las autoridades gubernamentales.
 
ES INNEGABLE QUE, SIN importar los partidos políticos, en todos lados se han presentado casos en los que los grupos delincuenciales y las autoridades se encuentran en una simbiosis que impide identificar la frontera de ambos, porque el nivel de colusión es tal, que incluso el gobierno termina perdiendo cualquier sentido de bien común.
 
EL NIVEL DE VIOLENCIA EN Sinaloa no es una excepción en un momento específico, es un clima generalizado en grandes regiones del país, es una situación que escala sin control con el paso del tiempo y que las autoridades locales, que son el primer filtro, se encuentran rebasadas y en muchos casos forman parte del problema, por lo que la situación empeora el día a día de millones de mexicanos.
 
DESDE HACE AÑOS, LA ENCUESTA Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental refleja que la ciudadanía percibe la inseguridad como el principal problema a nivel nacional y eso se replica en la mayoría de las Entidades Federativas; la ciudadanía es víctima de la violencia, pero también sufre los estragos de grupos criminales que pretenden asumir funciones estatales al cobrar por “seguridad” o un “derecho de piso” como si fueran impuestos.
 
LA DECISIÓN DEL GOBERNADOR DE cancelar los eventos multitudinarios en el estado de Sinaloa debe ser vista sí como una decisión racional, pero también como el reconocimiento del Estado de brindar un elemento básico para su subsistencia: seguridad; las autoridades locales claudicaron en su función policial y por supuesto, son incapaces de rendir cuentas de las omisiones que nos han traído hasta este punto.
 
HOY SINALOA NO PUDO conmemorar de forma tradicional El Grito de Independencia, hoy su plaza principal lució vacía y se les recomendó a las personas no salir de sus casas; hoy no hay excusas que valgan, ni discurso que permita justificar el miedo con el que vive la población con un Estado que padece un déficit institucional que lo tiene en la línea de considerar un gobierno fallido.
 
DUELE SINALOA DESDE HACE mucho, pero también lastima Zacatecas, Guanajuato, Chihuahua, Guerrero, y muchas entidades federativas más, que no encuentran un freno a la espiral de violencia que las azota; lo que vivimos no puede normalizarse y tampoco puede ser ignorado, porque la inseguridad no solo es una función esencial del Estado, sino que la falta de cumplimiento genera una cadena de problemas que afectan lo político, social y económico.
 
YA DEBEMOS SUPERAR LA premisa de que los problemas públicos son responsabilidad del gobierno, debemos asumir que la sociedad tiene un papel activo en el diseño, implementación y evaluación de las políticas; debemos migrar de acciones gubernamentales a políticas públicas; y de una ciudadanía pasiva a una activa; porque el gran dolor que genera Sinaloa, no se va ir si todos nos sentamos a ver qué hacen unas autoridades que no pueden y en muchos casos, no quieren hacer nada para atender las demandas sociales.
 
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