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El aire que respiras condiciona la salud de tu corazón: qué hacer para protegerte

Un estudio de la Sociedad Española de Cardiología y de la Fundación Española del Corazón concluye que la contaminación es un factor de riesgo para las enfermedades cardiovasculares.

A estas alturas del siglo XXI, decir que la contaminación es perjudicial para la salud no es exactamente descubrir América. Pero realizar estudios científicos que lo corroboren incidiendo en patologías concretas, se le parece bastante. Eso es exactamente lo que ha hecho un grupo de expertos de la Sociedad Española de Cardiología y la Fundación Española del Corazón. 
 
En concreto, el estudio (primero de este tipo realizado en nuestro país) ha utilizado datos de contaminación atmosférica, temperatura y humedad facilitados por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, recopilados entre 2016 y 2021. 
 
Esos datos los ha asociado a los que han sido facilitados por un total de 122 hospitales del Sistema Nacional de Salud que disponen de estaciones de mediciones ambientales ubicadas en un radio de 10 km., incluyendo a 115.071 pacientes mayores de 18 años con diagnóstico de infarto agudo de miocardio durante el periodo de estudio. 
 
La conclusión no deja lugar a dudas: la contaminación atmosférica constituye un factor de riesgo emergente y significativo para las enfermedades cardiovasculares. La exposición tanto aguda como crónica a contaminantes se asocia con un incremento en la incidencia y mortalidad por enfermedades cardiovasculares.
 
Más allá del corazón
Raquel Campuzano, una de las autoras del estudio, es tajante: “A mayor contaminación existe mayor riesgo de eventos cardiovasculares, no solo del corazón, también ictus, problemas de la aorta, y de las arterias de las piernas... De hecho, la enfermedad vascular ateroesclerótica es la principal causa de mortalidad atribuida a la contaminación atmosférica”
 
La coordinadora de la Unidad de Rehabilitación Cardiaca y Prevención del Hospital Universitario Fundación de Alcorcón afirma también que “según nuestro estudio, a mayor contaminación, aumenta el número de ingresos por infarto y la mortalidad hospitalaria”.
 
Diminutas partículas muy nocivas
La razón de que el corazón se vea afectado por la contaminación tiene que ver con las partículas que componen el aire contaminado y su tamaño. La experta lo explica así: “Las partículas PM2.5 son las más pequeñas y nocivas”. Al ser diminutas son capaces de “viajar desde el aire que respiramos, atravesar todo nuestro sistema respiratorio, llegar al alveolo pulmonar y de allí pasar a la sangre provocando trombosis, inflamación y disfunción de los vasos sanguíneos. También de las arterias coronarias que riegan el corazón. Por eso se asocian al infarto”, afirma Campuzano. 
 
A mayor contaminación, mayor número de ingresos por infarto y más mortalidad hospitalaria. 
 
Evidentemente, cuanto más bajos sean los niveles de contaminación, mejor para la salud cardiovascular. Pero partimos de la idea de que en las grandes ciudades eso es imposible. La Organización Mundial de la Salud establece los límites para PM2.5 de 5 µ/m3. Pues bien, los niveles de contaminación de la mayoría de los países, incluido el nuestro, están actualmente en el doble de esos niveles.
 
¿Qué medidas podemos tomar los ciudadanos?
Aunque las grandes medidas para la mejora de la contaminación no depende de los ciudadanos, la cardióloga apunta a una serie de recomendaciones que sí podemos llevar a cabo. Por ejemplo, “pasear por los sitios más verdes y con menos tráfico; no fumar ni un cigarrillo; seguir una dieta mediterránea rica en fruta y verdura; y hacer ejercicio físico a diario”.
 
Pero además, Campuzano recomienda medir la contaminación de la zona donde vivimos y, en días de muy alta contaminación “intentar minimizar la exposición a la contaminación”. Sugiere no ventilar la casa, no hacer deporte al aire libre y utilizar mascarillas FPP2 en personas con patologías crónicas.
 
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