La semana pasada se caracterizó por diversos hechos que desnudan con nitidez la realidad nacional. Los distanciamientos y reacomodos al interior de la clase política, se empiezan a dar con mayor intensidad.
Por un lado, Omar García Harfuch dio a conocer la existencia de una red de tráfico de gasolinas, mejor conocida como “huachicol fiscal”, compuesta por miembros de la Secretaría de Marina, funcionarios públicos, especialmente del área de Aduanas y empresarios. La evidencia encontrada en Tamaulipas, concretiza de manera fehaciente, lo que desde hace varios años ha sido un secreto a voces: altos miembros de la clase política, construyeron un andamiaje ilícito para llenar sus bolsillos. Lo hicieron de la mano del crimen organizado, donde los cárteles jugaron un rol crucial en la implementación logística, misma que incluyó el tráfico de armas. Se sospecha que la cereza del pastel fue que, los cuantiosos recursos, derivados de no pagar el IEPS por la importación de hidrocarburos re etiquetados como lubricantes, sirvieron para financiar campañas políticas.
Por otra parte, al día siguiente, la SHCP presentó su propuesta de paquete fiscal para 2026, el cual proyecta un déficit fiscal del 4.1% del PIB, una de las cifras más elevadas desde 1990. De aprobarse esta condición por parte del Congreso, el endeudamiento total del país alcanzará los 20.3 billones de pesos (52% del PIB nacional), con lo que el siguiente año cada mexicano deberá en promedio unos 151 mil pesos. Llama la atención que gran parte del incremento de la deuda pública en el siguiente ejercicio fiscal, servirá para financiar a Pemex. El proyecto presentado, plantea asignar 780,862 millones de pesos (casi un billón) para la empresa petrolera.
¿Será que lo publicado en torno al huachicol, apenas es la punta de un inmenso iceberg de corrupción que se construyó el sexenio pasado? ¿Acaso el robo de combustibles ha sido tan profundo que ha puesto en riesgo las finanzas de Pemex y con ello las del país? ¿Quiénes son los verdaderos responsables? ¿Somos espectadores de un simple reacomodo entre los grupos de poder o una reingeniería estructural debida a la nueva relación con Estados Unidos? Los temas y las respuestas se entrelazan.
Por una u otra razón, parecería que el deslinde de Sheinbaum hacia AMLO está en proceso. Mas allá del video en el que López Obrador dijo que “todos los grandes negocios en México, cuentan con el visto bueno del Presidente”, también hay que recordar que en múltiples ocasiones reiteró que en su gobierno: “no hay corrupción”, “no hay producción de fentanilo” y “no hay huachicol”. La evidencia empírica ha demostrado con creces todo lo contrario. ¿Será que Ojeda Durán -ex secretario de Marina con el tabasqueño- termina como ejemplo de lo que fue García Luna para FCH? No resulta descabellado pensarlo. En lo inmediato, habrá que ver en qué termina la detención de Hernán Bermúdez, líder de “La Barredora”, quien conoció del robo de petróleo crudo en Tabasco, para “huachicolearlo” en Texas”. Hay aún muchas piezas del rompecabezas que habrán de juntarse.
Con seguridad, los siguientes meses serán de enorme volatilidad mediática. ¿Será que, en ese río revuelto, veremos realineaciones de los grupos de poder?
Lo anunciado por el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) puede ser una muestra de ello. En voz del senador Manuel Velazco, que no descartan competir solos hacia la elección de 2027 en lo local, “pero sin descuidar la alianza nacional…principalmente con la Presidenta Sheinbaum”. ¿Acaso el PVEM decidió empezar a distanciarse, debido al probable “desmorEnamiento” de la coalición gobernante? ¿Buscarán aprovechar un eventual desprestigio del partido oficial, para incrementar su presencia territorial?
La disyuntiva es enorme. Continuar con la inercia o cambiar de raíz. Estoy convencido que en un entorno tan complejo, más allá del pragmatismo superficial, no todo es obscuridad. Se ha abierto la posibilidad de rearticular las relaciones entre el poder público y una base social mucho más amplia. Claudia Sheinbaum tiene frente a sí, la oportunidad de hacer una convocatoria que vaya mucho más allá de los grupos políticos y las fuerzas dominantes. Frente a la penetración del crimen organizado en la vida pública, solo mediante la renovación de la participación social, será posible sentar las bases para relanzar el proyecto nacional.
Vale la pena subrayar -un 15 de septiembre y por una #NuevaRepública- que si la mandataria nos emplaza a ello, deberíamos atender a su llamado.