Desde el Lunar Azul
Ya cerrando la semana, los momios pintan azul panadero. Diversas encuestas colocan con amplia ventaja al PAN y a sus satélites locales —PRI y las rémoras amarillo-bilis que siguen pegadas a la ubre presupuestal— sobre los morenos, en el único estado que todavía presume ser ese lunar azul donde los guindas no han ganado nada. Un territorio donde, para colmo de ironías, la ingeniera que vendía gelatinas y humo (de triste recuerdo) derrotó en su momento a la mismísima doctora Sheinbaum.
Gran parte del mérito —o demérito— ha sido de las tribus guindas locales, que han resultado ser las mejores aliadas de los panuchos. Hoy, al parecer, siguen fieles a esa ruta: competir para perder.
Pero ojo. Ayer vino el coordinador de senadores del PAN, el queretano Ricardo Anaya. Con un inglés más pulido tras sus años en Atlanta, se mostró más sereno, y sin duda parece el político más completo del panismo actual. En un cuasi destape, reconoció al “senador de la gente” como panista institucional, disciplinado y con perfil natural para ser postulado en 2027 a la gubernatura de Aguascalientes.
Ahora bien, si algo puede descarrilar al PAN no son los guindas, sino sus pleitos internos. Las encuestas le sonríen, pero el mayor peligro viene de la disputa intestina que ya arrancó y que, conforme se acerquen las definiciones, arreciará. Aquí es donde el liderazgo azul en el estado gravitará con fuerza: ¿sabrá leer los tiempos, alinearse con el comité nacional o preferirá jugar al regateo con el CEN?
La situación de los relevos en los comités municipales y consejeros azules, aunque no debería ser problema mayor, empieza a complicarse. El dirigente estatal, atrapado en el limbo de la “autoridad prestada” porque todo lo decide la número uno, corre el riesgo de que se le haga bolas el engrudo. Sobre todo porque algunos cuadros cercanos a la gobernadora —indisciplinados y sobrados— andan golpeando sin necesidad a sus propios compañeros. Caso San José de Gracia y otros municipios, donde se afirma que esas disputas mediáticas se hacen con el conocimiento, o al menos la complacencia, de la gober. Eso, lejos de fortalecer, exhibe la falta de oficio político del comité estatal y sus operadores.
Es normal que haya tensiones, pero urge que quienes mecen la cuna entiendan que los panuchos hidrocálidos ya están hartos de que gente de fuera meta conflictos innecesarios. Las diferencias son entendibles, sí, pero deberían dirimirse en los espacios institucionales, no en redes ni en medios. De lo contrario, lo único que logran es abrirle la puerta a la competencia política, alimentada por la soberbia y el desconocimiento. Se les olvida que pronto llegará la hora de recoger las varas.
Y en otras cosas —pero relacionadas— está el asunto de las “luces parisinas” (por lo caras) del ayuntamiento capital. Por más que traten de dilatar y esconder bajo la alfombra del tiempo, ese tema tarde o temprano les puede estallar. Ya sea por comisión o por omisión, lo más sano sería enfrentarlo con transparencia, reconocer si hubo error o delito, y evitar seguir pateando el bote.
El cachorro de Rubén, al frente del ayuntamiento, no debería confiarse: la Doctora no suele dejar pasar las cosas y está decidida a recomponer varios enredos heredados. Fácil no la tiene, pero poco a poco irá limpiando la casa. Mejor alinearse y hacer bien las cosas, que seguir cavando un socavón que, aunque juren que aquí no hay, ya se asoma.
Ojo: Marko Cortés ya no manda. Entonces, ¿a quién cubren o con quién es el compromiso?
Buen fin de semana. Nos leemos en la semana patria.
Hasta aquí subió la roca.