Opinión
En la política mexicana, y particularmente en San Luis Potosí, cambiar de partido dejó de ser un escándalo para convertirse en parte del paisaje cotidiano. Lo que antes se leía como “traición”, hoy se entiende como una práctica normalizada dentro del sistema. Y es que, aunque genera debates apasionados, lo cierto es que no hay nada ilegal en estos movimientos: son el reflejo de un sistema político que permite la movilidad y de actores que, entre fanatismo social y pragmatismo personal, buscan mantenerse vigentes en un escenario cada vez más complejo.
El fanatismo como lastre
El problema aparece cuando confundimos partidos con equipos de futbol y militancias con religiones. En México, el fanatismo político ha sido un lastre para la vida social: se defiende a ultranza una sigla, se demoniza a la contraria y se condena sin matices a quien decide cambiar de camiseta.
Esa visión simplista impide valorar a las personas por sus resultados, sus propuestas o su capacidad de generar consensos, ante la exposición de ideologías y decálogos de conducta es innegable que la mayoría de quienes gobiernan o dirigen traicionan con hechos los principios que dicen tener ellos , sus movimientos o sus partidos, y es que hay que decirlo , en el hecho nadie es literalmente o de derecha o de izquierda o austero, una novela no de ahora sino de siempre, es ahí donde justamente y de manera divertida se han comparado con frutas o verduras, con una cascara que los cubre y los vende y con un contenido muy pero muy diferente a lo que externamente muestran.
En este contexto, no debemos de olvidar que observar la historia es una acción obligada cuando la efervescencia afecta incluso a la necesaria actividad de convivir, familias, amistades y relaciones se vieron visiblemente afectadas por aquellas diferencias entre navistas y no navistas por allá de los 80’s y 90’s en nuestro querido Estado, incluso he llegado a escuchar por quienes les toco a vivir en la época situaciones tan absurdas como que si no eras de un movimiento u otro no te invitaban a reuniones o festejos ¿será?, si así lo fue, es un absurdo lamentable.
Ante el incremento de la violencia en los procesos electorales e incluso en las actividades legislativas (obsérvese lo ocurrido con Noroña y Alito esta semana) bien cabría reflexionar si es benéfico el apasionamiento y fanatismo con el que muchos dirigentes y militantes actúan.
La normalización del cambio
Lo cierto es que, desde la alternancia del año 2000, los cambios de militancia se volvieron parte de la dinámica democrática. Diputados que migran de bancada, alcaldes que buscan nuevas siglas para reelegirse, liderazgos estatales que mutan de colores con la misma naturalidad con la que se cambian las reglas del juego. ¿Incongruencia? Quizá. ¿Oportunismo? También. Pero, sobre todo, una práctica permitida y ya normalizada.
Los datos lo confirman: en la LXIV Legislatura (2018–2021) se registraron 100 cambios de bancada, una cifra récord que duplicó los 57 de la legislatura anterior y cuadruplicó los 23 ocurridos entre 2012 y 2015. Tan solo entre septiembre de 2019 y marzo de 2021, 87 diputados federales cambiaron de partido, y en un lapso de 28 meses hasta diciembre de 2023, 25 legisladores más volvieron a hacerlo. A esto se suman los comicios de 2021 a 2024, donde 97 legisladores y presidentes municipales electos dejaron al partido con el que ganaron; el 90.7 % de ellos se pasó a Morena. Y en la actual LXVI Legislatura (2024–2025) ya se han documentado 24 cambios de grupo parlamentario en su primer año.
Pragmatismo y resiliencia
En el fondo, estos movimientos responden al pragmatismo que domina la política actual. Los actores saben que aferrarse a un solo partido puede significar quedarse fuera del tablero. Y aquí es donde surge la resiliencia: adaptarse, sobrevivir, reinventarse. Claro, el costo es alto: se sacrifica la congruencia, la integridad y la confianza de los ciudadanos. Pero esa es la moneda de cambio en un sistema donde la permanencia importa tanto como la convicción.
Los jóvenes y la política, la nueva visión.
Las nuevas generaciones perciben este fenómeno con ojos distintos. De acuerdo con Latinobarómetro y el INE, más del 70 % de los jóvenes en México desconfía de los partidos políticos y casi la mitad declara que no tiene preferencia por ninguno. Para un millennial o un centennial, que un político salte de un partido a otro no es un tema de lealtad, sino un síntoma más de un sistema que no les inspira credibilidad.
Aquí entra el contraste generacional: los Baby Boomers vieron la política como sinónimo de estabilidad e instituciones; la Generación X y los Millennials aún creyeron en el cambio del 2000 y la “transición democrática”; mientras que los Centennials ya no creen en partidos, creen en causas, en movimientos sociales y en figuras que logran conectar directamente con la ciudadanía.
El Pragmatismo Político un fenómeno global
Este vaivén no es exclusivo de México. En Argentina, la política está marcada por realineamientos constantes que responden más a liderazgos que a ideologías caso concreto el fenómeno de Milei. En El Salvador, NayibBukele pasó de ser alcalde bajo el paraguas del FMLN a crear su propio partido, Nuevas Ideas, con el que arrasó electoralmente. En Europa, Emmanuel Macron abandonó las estructuras tradicionales para construir un movimiento que absorbió a políticos de distintas corrientes. En todos estos casos, la migración partidista refleja lo mismo: la política mundial está en movimiento, y las etiquetas pesan cada vez menos.
Concluimos que…
En San Luis Potosí y en México veremos más de estos cambios más en un proceso de sucesión por necesidad o iniciativa adelantado. Quizá lo más sensato es dejar de leerlos desde el fanatismo. Los partidos son vehículos, no templos. El reto es exigir a quienes se mueven entre siglas que, más allá de su camiseta, no pierdan de vista lo esencial: la congruencia, la integridad y, sobre todo, los resultados que demanda la sociedad.
Puede con esto servir de consuelo o de castigo a quien haya decidido cambiar de camiseta, color o de persona favorita, que siempre en el mundo digital actual, habrá una fotografía, alguna publicación o peor aun para ellos, muchas personas que estarán presentes para recordarles el pasado, a ellos o a quienes pidan opinión de ellos.
Para observar en la semana
Regresan a clases alumnas y alumnos de educación básica que se suman a los de media superior que desde hace casi un mes se encuentran ya en actividad, cerca de 750,000 estudiantes de todo el Estado formarán parte del ciclo escolar 2025-2026, junto a mas de 47,000 maestras y maestros harán frente al primordial proceso de educar, en este hecho cabe el dato para resaltar que existen más escuelas sobre todo del esquema de secundaria, sin embargo llama la atención que la demanda en el sector primaria ha disminuido lo que ha obligado a la reasignación de personal docente ante la ausencia de alumnos, grande es el reto para sumar a los esfuerzos del Gobierno Federal y Estatal el apoyo de los padres de familia.
Beneficio de duda y buen deseo de éxito a la inauguración de la Universidad Rosario Castellanos que sin duda significa una opción alternativa de muchos estudiantes que aspiran a profesionalizarse y no alcanzaron lugar en las principales Universidades Públicas del Estado, San Luis Potosí se encuentra ante un gran reto y puede ser clave en una política pública insignia de la Presidenta Claudia Sheinbaum.
Todo el éxito a mis amigas y amigos maestros, pilares de la Educación, a los alumnos (en especial a mis hijos) y a nosotros los padres de familia mi deseo de que pronto superemos la tan temida lista de útiles escolares, zapatos, tenis y uniformes.