El verano no siempre se asocia a la tranquilidad y al descanso. En esta época del año surgen muchos planes en diferentes momentos del día que pueden tenernos más ocupados que en invierno.
Los psicólogos denominan “burnout de ocio” al agotamiento emocional y la ansiedad que conlleva el no querer perderse ni una sola experiencia veraniega.
Conocemos el síndrome de burnout como el del “trabajador quemado”, aquella persona con una situación de estrés laboral crónico. El burnout de ocio es la presión por aprovechar al máximo cada día de las vacaciones algo que puede acarrear momentos de ansiedad.
“Recomendamos pensar en el verano como un tiempo para recargar energías, entrar en contacto con nuestro deseo, hobbies, espacios de calma etc. Es verdad que muchas veces estos momentos se prestan a una lista interminable de planes, viajes, compromisos sociales y actividades que acaban generando más presión que disfrute”, considera Jorge Buenavida, psicólogo del Servicio de la Promoción de Salud de Sanitas.
Para el especialista, “el deseo de exprimir cada minuto de las vacaciones puede ser más fuente de estrés que de disfrute perjudicando nuestro bienestar emocional, por lo que resulta esencial aprender a gestionar las expectativas y basar nuestra agenda y planes en la apetencia y no la autoexigencia o productividad de disfrute. Es importante priorizar momentos de descanso real para evitar caer en el agotamiento incluso en vacaciones”.
Las redes sociales han intensificado esta sensación de obligación: “La exposición continua a imágenes de viajes idílicos y agendas llenas de planes despierta la sensación de estar perdiendo oportunidades, lo que conduce a comparaciones constantes y a una necesidad de sobreplanificar el tiempo libre”, señala el psicólogo.
Cómo prevenir y gestionar el burnout de ocio veraniego
El experto ofrece cinco pautas para evitar caer en este burnout de ocio durante el verano:
Redefinir el concepto de descanso: disfrutar de las vacaciones no significa llenar la agenda. Reservar tiempo para pausas y momentos de tranquilidad ayuda a reponer energía mental y física.
Fomentar la desconexión digital: limitar la exposición a redes sociales durante las vacaciones puede mitigar la presión de compararse con la vida de los demás. Por ello, dedicar momentos del día a estar fuera de internet facilita que la atención se centre en el presente y en las propias experiencias, sin la constante necesidad de validación externa.
Escuchar las propias necesidades: organizar las vacaciones teniendo en cuenta las apetencias reales, más allá de las expectativas sociales o familiares, permite priorizar el bienestar personal y evitar la sensación de obligación o sobrecarga.
Aprender a decir “no”: rechazar compromisos que no resultan apetecibles es clave para proteger el equilibrio emocional. Establecer límites claros con el entorno posibilita disfrutar de un tiempo libre más reparador y evita la sensación de estar cumpliendo con una agenda impuesta.
Probar técnicas de relajación: incorporar actividades como el yoga, la meditación o simplemente paseos en la naturaleza favorece un estado de calma y disminuye los niveles de estrés y son aliados para afrontar la ansiedad derivada de una agenda de ocio exigente.
“Durante el verano, muchas personas sienten que deben rendir incluso en su tiempo libre, como si descansar fuera una dualidad entre la obligación o el fracaso. Detectar estas dinámicas, entender que la productividad es mucho más que aprovechar el tiempo o medirnos bajo criterios que son adecuados y otros que no, es uno de los primeros pasos para romper la meritocracia y vivir unas vacaciones verdaderamente reparadoras y basadas en el deseo”, concluye Jorge Buenavida.