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Sindicalismo Potosino: Entre la tradición y la modernidad

Opinión

El sindicalismo mexicano vive su momento más complejo en más de medio siglo. Las estructuras que dominaron la vida laboral desde los años 70 enfrentan hoy una doble crisis: la pérdida de legitimidad y la urgencia de renovación. San Luis Potosí no es ajeno a esta transformación. Las grandes centrales obreras mantienen presencia, pero con un modelo que ya no responde a las nuevas condiciones del trabajo moderno.

El cambio en los liderazgos
Con la desaparición física de figuras históricas como Fidel Velázquez (CTM) o líderes tradicionales de la CROC y CROM, las dirigencias sindicales han debido renovarse, aunque en muchos casos solo de manera superficial. La reforma laboral de 2019 trajo consigo la obligación de realizar elecciones sindicales libres y transparentes, algo impensable hace una década. Sin embargo, el cambio no ha sido automático. Muchas estructuras se resisten a abrir paso a nuevos liderazgos y agendas de inclusión reales.

En San Luis Potosí, la CTM, CROC, CROM y la más reciente CATEM se disputan la representación en sectores como la manufactura automotriz, la construcción y los servicios. Estas organizaciones aún concentran la mayoría de contratos colectivos registrados. A nivel nacional, CTM reporta más de 11 mil sindicatos afiliados, pero la tasa real de sindicalización bajó de 16.8?% en 2005 a solo 12.7?% en 2022. La tendencia en el estado sigue esta línea.

Capacitación y bienestar: los aciertos
Uno de los mayores avances del nuevo sindicalismo ha sido el impulso a la capacitación, profesionalización y bienestar social. Los trabajadores ahora demandan algo más que estabilidad laboral: buscan desarrollo profesional, condiciones dignas y respeto a sus derechos, incluso en el entorno digital. Estos cambios han sido bien recibidos por las nuevas generaciones, que buscan representaciones más técnicas y menos políticas.

Temas pendientes: jornada laboral y automatización
Pese a estos avances, hay temas críticos que se siguen postergando. Uno de ellos es la reducción de la jornada laboral de 48 a 40 horas semanales, una propuesta congelada en el Congreso, mientras tanto, el avance de la automatización y la inteligencia artificial ya reemplaza tareas humanas, especialmente en la industria, sin que existan estrategias sindicales claras de reconversión o protección de empleos.

Salario mínimo e inflación: ¿progreso o espejismo?
Desde 2018, el salario mínimo en México ha crecido significativamente: pasó de $88.36 a $248.93 diarios en 2024, y se proyecta en $278.80 para 2025. Esto ha tenido un impacto directo en la reducción de la pobreza: según el INEGI y el CONEVAL, más de 5 millones de personas salieron de esta condición entre 2018 y 2022, y 4.1 millones gracias al salario mínimo incidiendo de manera directa en solo uno de las carencias sociales, la del ingreso, de las otras como , educación , salud, vivienda y servicios básicos habrá que ajustar la vela a pesar de los esfuerzos mediante políticas públicas de quienes gobiernan.

Sin embargo, este avance tiene un lado oscuro. La inflación acumulada desde 2019 supera el 26?%, especialmente en alimentos y servicios. Es decir, aunque hay más ingresos, también hay menos poder adquisitivo. En San Luis Potosí, se estima que una familia requiere al menos $13,500 mensuales para una vida digna, pero más del 60?% de la población gana menos que eso. Se pudiera concluir que los pobres siguen siendo pobres pero con dinero, la clase trabajadora un claro ejemplo.

Industria, nearshoring y presión internacional
El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos ha endurecido la presión sobre la industria mexicana. El fenómeno del nearshoring ha traído inversión extranjera, pero también nuevos retos laborales. En San Luis Potosí, donde el sector automotriz es pilar de la economía, los sindicatos enfrentan una nueva realidad: ser competitivos, ágiles y estratégicos para no quedar fuera de la cadena global.

¿Revolución real o simulacro?
El sindicalismo potosino y nacional está ante una disyuntiva histórica: adaptarse o extinguirse. Ya no basta con el discurso ni con el control de contratos colectivos. Hoy se exige una representación auténtica y efectiva, formación técnica, propuestas frente a la automatización y una defensa real del poder adquisitivo.
La fuerza laboral ha cambiado. El sindicalismo debe cambiar con él… o será arrasado por su propia obsolescencia.

Agradezco la oportunidad de volver, tras cinco añosa compartir reflexiones en este espacio.
En este tiempo han cambiado las circunstancias y también la mirada con la que las interpreto la realidad en la que nos toca vivir y los retos a los que nos enfrentamos. Recuerdo de pronto que mi padre era mi primer lector, hoy no está pero es parte fundamental de mi inspiración y de mi forma de pensar, va para ti igual que antes papá.

Carlos Fuentes escribió: “Quien no lee, no vive; y quien no vive, no escribe”. Hoy regreso con la convicción de vivir y escribir con más claridad.

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