La muerte de Ozzy Osbourne a los 76 años puso fin a una de las leyendas más grandes del rock. En su último concierto en Birmingham, del que Tom Morello, guitarrista de Rage Against The Machine, fue director musical, la leyenda del heavy metal era plenamente consciente de que se despedía definitivamente del escenario. Frente a 40.000 asistentes y rodeado de músicos de todo el mundo, su adiós se convirtió en un momento cargado de emoción y significado, que quedará para siempre en la historia de la música, según PEOPLE.
El 5 de julio, Birmingham se convirtió en el epicentro del heavy metal con un concierto benéfico que logró una recaudación histórica: más de USD 190 millones. Morello recibió la confianza de Ozzy y Sharon Osbourne para orquestar lo que denominaron “el mejor día en la historia del heavy metal”.
El ambiente estuvo marcado por una energía irrepetible y una atmósfera de homenaje. “La banda pudo tocar y sentir el cariño no solo de las bandas, no solo de las 40.000 personas en el estadio, sino de gente de todo el mundo”, relató Morello a PEOPLE. Osbourne, en un trono negro, interpretó clásicos como “Paranoid” y “Crazy Train”, rodeado de un aura solemne.
La percepción de un cierre definitivo no fue pasajera. En entrevista con Q101 Chicago, Morello hizo hincapié en la consciencia que Osbourne tuvo sobre su estado y sobre el carácter irrepetible de la noche. “Vivió un estilo de vida bastante al límite durante mucho tiempo”, explicó el guitarrista, quien consideró que, a pesar de la tragedia de su muerte, fue un milagro que hubiera llegado tan lejos.
“El hecho de que viviera para tocar y sentir ese amor, y para una vez más… Ya sabes, para hacer ‘Paranoid’; para hacer ‘Crazy Train’. Si tienes que irte —quiero decir, ojalá Ozzy viviera otros 30 años—, pero si tienes que irte, realmente sentía que lo sabía”, subrayó Morello.