Erik Menéndez, de 54 años, permanecerá al menos tres años más en la prisión Richard J. Donovan, en San Diego; decisión que desató la furia de su hija adoptiva, Talia, quien arremetió contra las autoridades penitenciarias y los medios de comunicación.
El veredicto se dio ante la Junta de Libertad Condicional de California, a casi 36 años de los crímenes que conmocionaron a Estados Unidos.
La junta justificó la negación de libertad al señalar un largo historial de violaciones disciplinarias, que incluyen episodios violentos en los años noventa, posesión de celulares, uso de drogas y presunta participación en un fraude carcelario en 2013.
"Contrariamente a lo que creen sus partidarios, usted no ha sido un prisionero modelo", sentenció el comisionado Robert Barton.
Horas después del fallo, Talia lanzó una serie de publicaciones en Instagram donde acusó al sistema penitenciario de corrupción y abuso.
"¿Cómo es mi papá una amenaza para la sociedad? ¿¡Tres años de negación!? ¡El infierno está a punto de desatarse!", escribió en mayúsculas. La joven aseguró que su padre había sido maltratado en prisión y que las cárceles "se benefician económicamente manteniendo presos a Erik y Lyle".
Incluso convocó a una protesta pacífica frente a la prisión, aunque luego moderó su postura ante la próxima audiencia de su tío.
Tammi, esposa de Erik desde 1999, también se sumó a la indignación. En una publicación en X calificó el fallo como una "trampa" y defendió que su esposo no ha tenido infracciones graves desde 2011.
Erik y Lyle Menéndez fueron condenados a cadena perpetua sin derecho a libertad condicional por el asesinato de sus padres, José y Kitty, ocurrido en agosto de 1989 dentro de la mansión familiar en Beverly Hills.
Los hermanos aseguraron haber actuado tras sufrir abusos, pero la fiscalía sostuvo que el móvil fue la codicia.
