Elon Musk y Jeff Bezos intentan dar con la forma de bombear gasolina en el espacio.
Los rivales espaciales multimillonarios están trabajando en ambiciosas misiones a la Luna o a Marte, y un elemento crucial del diseño para cada proyecto es el uso de naves espaciales que puedan cargar combustible adicional mientras orbitan la Tierra. Las naves que pudieran hacerlo tendrían menos peso al despegar, permitiendo a los planeadores diseñar misiones para viajar más lejos de la Tierra con más carga, equipo científico o tripulación, dicen sus partidarios.
Tener depósitos o reabastecimiento en órbita que brinden a las naves espaciales algo así como una gasolinera puede parecer ciencia ficción. También es un concepto en el que los ingenieros llevan años trabajando.
Uno de los mayores retos para hacerlo realidad: trasladar y almacenar cantidades masivas de combustible superfrío, propenso a evaporarse en el vacío espacial. Tanto SpaceX como Blue Origin tienen mucho qué demostrar.
Algunos funcionarios de la industria espacial dudan de que alguna de las dos tenga módulos de aterrizaje lunares que dependan del reabastecimiento orbital listos para cumplir con los plazos de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA). La agencia ha colaborado estrechamente con los contratistas para comprender los retos del reabastecimiento espacial, dice un vocero de la NASA.
SpaceX realizó una demostración de transferencia de combustible dentro de una nave espacial Starship durante un vuelo de prueba en el 2024 y el próximo año pretende transferir propulsores entre dos vehículos. Esta prueba ha sido retrasada por contratiempos que la compañía ha enfrentado con el enorme cohete, incluyendo una explosión durante una prueba en tierra en Texas en junio.
Blue Origin está desarrollando un vehículo transportador que cargaría propulsor cerca de la Tierra. Luego volaría a una órbita lunar, donde el transportador prepararía un módulo de aterrizaje que llevaría a los astronautas que llegaran en una nave diferente a la superficie lunar. Esta misión depende del cohete New Glenn de la compañía, que la compañía lanzó por primera vez en enero.
Los ingenieros llevan mucho tiempo construyendo cohetes y naves espaciales que cargan todo el combustible necesario mientras están en tierra. Estos diseños han demostrado su eficacia. También tienen sus limitaciones.
Un ejemplo son las misiones Apolo de la NASA a la Luna. Saturno V, el cohete que envió a los astronautas allí, pesaba 3 millones de kilos al despegar, y alrededor de 2.5 millones de esos kilos eran combustible.
Combinado con cohetes reutilizables, el abastecimiento de combustible en el espacio podría hacer que con el tiempo los vuelos al espacio profundo sean más baratos y facilitar la logística de la misión, dicen los partidarios.
De Apolo a la actualidad
El reabastecimiento orbital no es una idea nueva. A principios de la década de 1960, los funcionarios de la NASA consideraron este tipo de operaciones mientras intentaban descubrir cómo depositar a astronautas en la superficie lunar antes que los soviéticos.
La idea no prosperó entonces, pero no desapareció. A lo largo de los años se han llevado a cabo diversos experimentos u operaciones de reabastecimiento de combustible en el espacio, incluso por parte de Rusia. En el 2007, la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa del Pentágono y sus socios realizaron más de una docena de transferencias de combustible entre dos satélites.
Pero ninguna empresa estadounidense ha colocado la transferencia de combustible en el espacio al centro de sus planes para el espacio profundo como lo han hecho SpaceX y Blue Origin.
Parte de la razón es la dificultad para que todo funcione. Las naves espaciales tendrán que encontrarse en órbita, conectarse entre sí y transferir grandes cantidades de combustible de un vehículo a otro.
La naturaleza de los combustibles que SpaceX y Blue Origin han propuesto utilizar hace que su transferencia sea particularmente delicada. Los combustibles se enfrían a niveles superfríos para mantenerlos líquidos y tienen tendencia a evaporarse.
"No sería fácil hacerlo en la Tierra. Pero ahora hay que hacerlo en el espacio, bombeándolo de un gran refrigerador a otro", dice Thomas Cooley, ex científico titular para un grupo de vehículos espaciales en el Laboratorio de Investigación de la Fuerza Aérea, quien ahora dirige una empresa de consultoría espacial.
Dave Limp, director ejecutivo de Blue Origin, afirmó en una publicación en redes sociales en julio que la compañía había logrado importantes avances en el desarrollo de tecnologías que buscan evitar que los propulsores se evaporen en el espacio.
Lanzamientos, una y otra vez
Otra incógnita para el reabastecimiento en órbita: la cantidad de lanzamientos que SpaceX y Blue Origin necesitarán para abastecer de combustible los vehículos para misiones en el espacio profundo. SpaceX ha demostrado que los lanzamientos pueden realizarse con mucha más frecuencia que en el pasado, pero los cohetes aún están lejos de volar con la misma facilidad que los aviones comerciales. Mientras tanto, Starship, el vehículo de la compañía que utilizará combustible orbital, sigue en fase experimental y Blue Origin aún está desarrollando New Glenn.
Un ejecutivo de Blue Origin no especificó cuántos vuelos de reabastecimiento podrían necesitarse para llevar a astronautas de la órbita lunar a la superficie de la Luna.
Para sus misiones lunares con astronautas de la NASA, SpaceX ha estado planeando realizar múltiples lanzamientos de una variante cisterna de su nave espacial Starship para abastecer de combustible un depósito de Starship en la órbita baja terrestre, dicen funcionarios de la NASA. Posteriormente, la compañía enviaría una nave Starship con módulo de aterrizaje lunar al depósito para cargar combustible. Después de eso, el módulo de aterrizaje volaría a la Luna.
A principios del año pasado, un ejecutivo de SpaceX estimó que una misión lunar de la NASA podría requerir unos 10 vuelos, mientras que otro líder de la compañía predijo el otoño pasado alrededor de 16. Algunos funcionarios actuales y anteriores de la industria espacial afirman que el número de lanzamientos necesarios podría, de hecho, ser mayor.
Un ex ejecutivo de la NASA afirmó en una audiencia en el Congreso en febrero que podrían necesitarse hasta 20 vuelos. Un documento técnico que ha circulado entre algunos funcionarios de la industria y que fue visto por The Wall Street Journal sugiere que podrían requerirse hasta 40 vuelos.
Durante una presentación reciente sobre los planes de SpaceX para Marte, Musk no mencionó el número de vuelos que se necesitarían para enviar una nave espacial al planeta rojo.
En su red social X, Musk afirmó que un vuelo de la nave Starship a Marte en el 2026 sería difícil, dándole tan sólo una leve probabilidad de que suceda.