La semana pasada, la presidente de México, a través de sus redes sociales, dio a conocer “la apertura plena” de la Cineteca Nacional, en la cuarta sección del Bosque de Chapultepec y que a la fecha se mantiene, supuestamente, como una de las obras insignes del proyecto cultural ejecutado durante el sexenio anterior y que al día de hoy no refleja los recursos ejecutados en la realidad. Aún hay obras sin entregarse y al igual que su antecesor parece que su sello será el de realizar supervisiones y promesas porque obras concluidas y resultados la población van a seguir esperándolos.
En este contexto, hay que recordar las veces que sea necesario, que este proyecto “integral” destinado para reconfigurar al bosque de Chapultepec tuvo etiquetados y fueron ejercidos durante 5 años recursos por poco más de 10 mil millones de pesos. 80% por ciento de este presupuesto se calcula fue ejercido directamente por el gobierno de la Ciudad de México, mismo que encabezaba la ahora presidente de la república, de allí que le enorgullezca tanto la entrega de éste.
Asimismo, Gabriel Orozco, quien ideó el “plan maestro” del proyecto de Chapultepec no ha sido cuestionado suficientemente por lo que se entregó. Orozco ha afirmado que considera la inversión por metro cuadrado sigue siendo muy baja para lo que en teoría atraerá en el futuro dicho proyecto. Estará por verse eso. El colaboracionista cultural calla y silenciosamente mira en otra dirección.
El problema de Chapultepec: Naturaleza y Cultura, la derrota cultural de la falsa transformación, es que optó por recortar presupuesto a áreas torales de la Secretaría de Cultura de México en momentos donde el gremio artístico y de gestores del país pasaron sus horas más aciagas por causa de la pandemia que de acuerdo al INEGI hizo caer 20 puntos el PIB de la cultura, en el año 2020.
Los farsescos intelectuales y becarios de la transformación han aplaudido y difundido los logros en materia cultural de la anterior y actual administración federal, empero, la realidad es que han sido las peores en materia cultural para el país. Mientras se busca enterrar el legado institucional de otras administraciones al dejar a la deriva la Fonoteca Nacional y el Centro Nacional de las Artes, la reescritura absurda de la historia que hace el gobierno federal ya está comenzando a ser señalada y repudiada por la población en general. La refundación autoritaria del país originada en las delusionales mentes de personajes del nivel de Francisco Ignacio Taibo II o Sabina Berman carece de raíces de cualquier índole y tampoco recoge los anhelos de los 115 millones de mexicanos que no acompañan a la fracasada “transformación”. Su “pueblo bueno” son 9 millones de personas—de acuerdo al montaje electoral más reciente—, no hay que olvidarlo.
El folclorismo propagandista y la patria imaginaria que se promueve desde la Secretaría de Cultura de México no abona en bajar los índices de criminalidad ni a bajar los índices delictivos en zonas marginales. El folclorismo transformador ni los concursos de canto, así como se han planteado desde el gobierno, contrarrestarán el terrible fenómeno de la seudo narco cultura entre las juventudes. Sencillamente, la política cultural de la transformación es un absoluto y total fracaso. La “República Cultural y Lectora” no existe.
Finalmente, después de un año, se confirma lo que ya se había anticipado en campaña, la derrota cultural de México se materializó y tomará una misma cantidad —o más— de años para resarcir el terrible daño que ésta le causo al país. Los mejores representantes de la cultura mexicana no están ni estarán en el país colaborando con el sistema cultural público. La derrota es para una generación, se ha de señalar pero no de celebrar; momentos lamentables de la humanidad mexicana.