¿De verdad crees que aquello que danza en el inconsciente colectivo como personajes exclusivos para la infancia, son quimeras y simples proyecciones psicológicas? ¿Has estado en algún paraje natural y entrado en un momento de silencio y sentido por momentos que conectas con un estado profundo y mágico? Una brisa contesta a la pregunta que en silencio hiciste en tus adentros. Un animal no humano aparece como símbolo, el agua del río con su arrullo te consuela o la luz del sol derrite una tristeza dormida y te llega una respuesta, una idea, un Sartori, una iluminación.
¿Te imaginas que existiera paralelamente a estar realidad un universo amoroso, cálido, respetuoso y creativo en dónde las pestilencias del ego distorsionado no reinaran? ¿Y si de verdad ellas, las hadas se columpian en las flores? ¿Y si los Gnomos con su tiernísima presencia de abuelos gentiles cuidaran cada espacio de tierra fértil y cada árbol del planeta con un respeto absoluto?
¿Y si cada vez que tus manos se calentaran con el fuego, quienes danzaran entre las llamitas fueran las salamandras? ¿Y si el estremecimiento de tu piel en un día de viento fresco fuera porque las sílfides vuelan graciosamente en cada pequeño espacio de cielo, desde el primer centímetro de la tierra hasta las atmosferas más lejanas? ¿Y si en cada charquito, lago, río, mar y aguas cósmicas las ondinas cuidaran cada gotita como un elixir sagrado y bendito? Solamente pueden los puros de corazón vislumbrar de reojo a estos guardianes de la creación. Sin ellos la belleza no existe. Guardan la sabiduría de la luz celestial, de las frecuencias de colores y de la vida misma.
Las hadas en efecto, guardan y sanan a los más pequeños, a los niños(as) y a los puros de corazón, nuestros hermanos de otras especies. Alguno que otro adulto goza de su amistad. Pero eso sí, si estás inclinado hacia la pura razón y lo tangible y no has abierto el corazón, ni entrado en sus recovecos, preferirás considerarlo una fantasía y si tienes mucho miedo, o demasiada teoría mundana, una locura.
Aun así, puedes intentar (sin decirle a nadie), (será nuestro secreto) crear, por ejemplo, un pequeñito jardín o si tu canal de conexión con la providencia te lo permite, un inmenso bosque y con todo el respeto que tu persona y tu ser esencial puedan profesar, expresar a los elementales que ese hábitat, les es entregado para que le guarden.
Es seguro que florecerá con premura y los rayos del sol crearán arcoíris con el rocío cada mañana. Los frutos serán dulces, las flores fragantes y las raíces, una red de protección para tu Alma. Los espíritus de las montañas nos sostienen como guerreros ancestrales y la magia sucede desde el primer paso al adentrarnos a esos recintos sagrados. Cuando has visitado, cenotes, cuevas, bosques, desiertos o junglas; ¿Has pedido permiso para entrar?
Hacerlo o no, puede cambiarlo todo. ¿Lo intentarás? Lo real, lo verdadero, lo esencial, es posible que no pueda captarse con los ojos del cuerpo. ¿Lo has pensado? El amor se siente en el Alma, el perdón sucede en el Espíritu, la curación definitiva va más allá del entendimiento racional y a lo que llamamos milagros son elevaciones de conciencia, aperturas psíquicas que nos abren la visión, la sensación y el entendimiento.
La ternura, es una vibración elevadísima y parece que en este mundo elemental precede a todo, al igual que la belleza y la armonía. ¿Y si hoy, te permites entrar en esa puerta que está dentro de tu corazón y que da a todos los universos posibles y pides la bendición de un elemental de luz? Te repito, (será nuestro secreto) porque la mente educada en la materia pura y dura, prohíbe pensar en estos menesteres, pues no vaya a Ser que el Alma se despierte y cuestione las cadenas a las que se ha atado al Espíritu. No vaya a Ser. Pero y ¿Si no es y es otra cosa, una sorprendente, bella y pura? Conectar con el femenino Divino, con la nutrición de la Madre, con la dulzura, la ternura, la creación está pendiente.
Es tal vez, el siguiente paso para evolucionar hacia una co-creación en armonía con el planeta. Y es que podemos ser muy ecológicos y racionales y crear formas de no contaminar, reciclar y respetar las áreas verdes de la ciudad. Pero hasta que no despertemos esa parte de nuestra Alma, el Espíritu de la Naturaleza no se presentará en su esplendor. ¿Y si tu próxima jornada, al ver a un árbol, una flor, un pequeño ecosistema o la planta que tienes en casa haces una reverencia saludando a los elementales con respeto? ¡Veamos que sucede!
Si les ayudas a realizar su tarea, es posible que descubras poco a poco que ha estado escondido un misterio en ti mismo(a) hace mucho tiempo. Nunca estamos solos, siempre acompañados de Seres lumínicos quienes, si nos amamos y amamos a quien nos lo da todo, incluso el cuerpo, llenan de magia y bendiciones nuestras vidas. Que el fuego santo te reconforte el corazón, el viento sagrado se lleve tus penas, el agua calma te abrace el Alma, la tierra fresca con sus bellos minerales te sane por completo y los elementales de luz, en algún momento, si te has reconciliado con tu Espíritu y la Madre Tierra, te sonrían, haciéndote recordar la magia de la que tú, corazón puro, provienes.
Gracias por caminar juntos.
Tu terapeuta.
Claudia Guadalupe Martínez Jasso.