Vértice
Estimadas amigas y amigos de plano informativo,durante décadas, México fue ejemplo continental en campañas de vacunación. Desde las jornadas masivas en escuelas hasta las brigadas casa por casa, sabíamos que la salud pública era un compromiso colectivo. Gracias a eso, el sarampión, una de las enfermedades virales más contagiosas del mundo, había quedado bajo control. Tan es así que, en 2016, la propia Organización Panamericana de la Salud nos reconoció como país libre de transmisión endémica.Pero en este 2025, esa medalla ya no nos pertenece.
Hoy enfrentamos un brote nacional que debería estremecernos, ya que hay más de 3,700 casos confirmados, 14 muertes y contagios activos en 19 estados. Y lo más doloroso: la mayoría de las personas fallecidas son niñas y niños menores de cinco años. Vidas que pudieron salvarse. Vidas que no debieron perderse.
Pero, ¿Cómo llegamos hasta aquí?
La respuesta es tan clara como incómoda, la falta de vacunación, desinformación y negligencia institucional.
En 2023, la cobertura de la segunda dosis de la vacuna triple viral en México fue del 70?%. Lo mínimo necesario para asegurar inmunidad colectiva es 95?%. Esa brecha no es una simple estadística: es el espacio en el que un virus puede volver a circular. Cada punto porcentual de rezago deja a miles de personas expuestas. Miles.
El caso de Chihuahua, epicentro del brote, es una tragedia anunciada. En comunidades menonitas del municipio de Cuauhtémoc, donde las tasas de vacunación apenas alcanzan el 50?%, el virus encontró terreno fértil. Hasta ahora, más de 900 casos confirmados y 13 muertes. Entre ellas, bebés que nunca recibieron una vacuna. Es inaceptable.
Pero cuidado: no se trata de señalar con el dedo a comunidades vulnerables. La pregunta es otra: ¿dónde estuvo el Estado? ¿Qué pasó con las campañas de vacunación, las brigadas comunitarias, la información clara y oportuna? El abandono de la salud preventiva y el debilitamiento del sistema público después de la pandemia nos están pasando una factura dolorosa.
Sí, el gobierno federal ha lanzado un plan emergente para vacunar a millones. Y sí, es necesario. Pero no podemos dejar de preguntarnos: ¿por qué tuvimos que esperar a que murieran niños para reaccionar?
Este problema no es exclusivo de México. La OPS ha alertado que, en lo que va del año, América Latina ha registrado más de 7,000 casos de sarampión, 29 veces más que en 2024. Pero eso no nos exime. Si alguna vez fuimos ejemplo, hoy formamos parte de la lista de países que permitieron el regreso de una enfermedad prevenible. No por falta de tecnología. No por falta de vacunas. Sino por falta de visión, de voluntad y de acción.
La lección es clara y urgente: las enfermedades del pasado regresan cuando bajamos la guardia. Y la estamos bajando peligrosamente. La desinformación que circula en redes sociales, las creencias erróneas sobre las vacunas y la desconfianza institucional están socavando décadas de avances en salud pública.
México necesita más que vacunas. Necesita una estrategia integral. Información veraz. Campañas sostenidas. Presencia comunitaria. Inversión real en salud pública. Liderazgo político firme. Porque no basta con decir que nos preocupa, hay que actuar.
El sarampión no es un problema del pasado, es un problema del presente. Pero si tomamos las decisiones correctas, aún estamos a tiempo de evitar que se convierta en una tragedia del futuro.
De corazón, gracias por su lectura.
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