Suele ocurrir en vacaciones cuando hace calor: comidas más abundantes y largas, somnolencias más agresivas y profundas. El tiempo de siesta, ahora que agosto avanza, se traduce entonces en una serie de escenas reconocibles: persianas bajadas, ropa cómoda, posturas horizontales por todo lo largo del sofá, ronquidos…
Pero dar rienda suelta a la modorra tiene sus contrapartidas. No conviene volcar en el preciado rato de la siesta mucho tiempo de sueño, ni hábitos que indiquen que en estas horas tan quietas de la tarde reside el descanso auténtico de las vacaciones.
La coordinadora del grupo de trabajo de Cronobiología de la SES, María José Martínez Madrid, enumera a EFEsalud cinco consejos para que la siesta, ahora que mucha gente puede permitírsela, sea tan placentera como saludable.
1. Duración
Es sabido que las siestas cortas reportan numerosas ventajas. La mejora de la concentración y del estado de ánimo, la eliminación de toxinas y el alivio de la fatiga son algunas. Martínez Madrid reconoce que en vacaciones, sobre todo si hace calor, “es tentador alargar la siesta”.
Es importante la duración, no más de 30 minutos, porque un exceso puede perjudicar el sueño nocturno, el más relevante. Hacer siestas de más de media hora, además de provocar la entrada en fase de “sueño profundo”, conlleva “sensación de aturdimiento” al despertar.
Clave, por tanto, según destaca la experta, no concebir la siesta “como una herramienta para compensar” menos tiempo de sueño por la noche. “Hay que aprovechar esta época de vacaciones para poner el foco en dormir mejor por la noche y usar la siesta como una herramienta de descanso”, concluye.
2. El momento de empezar
Las vacaciones se prestan, si la economía familiar o personal lo permite, a comer fuera, o en el chiringuito de la playa o en el restaurante del pueblo de al lado del que tanto te han hablado. O a estirar el almuerzo y la sobremesa para charlar con familiares y/o amigos.
En ese caso, cuidado: ponerse a dormir a media tarde no es buena idea.
“A las seis de la tarde, mejor no hacer siesta, porque dormir a esa hora sí puede interferir con el sueño nocturno y alterar el ritmo circadiano (los cambios que experimenta el organismo en 24 horas)”, advierte la experta.
“Mejor optar por paseos o por darte un baño, y ya esperar a la hora de dormir por la noche”, remarca.
3. Postura
Antes de abordar la postura más adecuada, un recordatorio: tumbarse nada más terminar la comida no es aconsejable. Un intervalo de cuarto de hora es positivo para la digestión. Repetido el consejo, ¿cuál es la postura más idónea para dormir la siesta? “Postura semirreclinada o recostada de lado, sobre el izquierdo mejor”, responde la experta de SES.
“No hace falta irse a la cama como por la noche; un sillón cómodo o un sofá puede ser suficiente, pero evitemos posturas que comprometan la espalda o el cuello”, subraya.
4. Luz
La oscuridad total o casi total para dormir la siesta, pues tampoco es que sea un hábito recomendable. “Una luz tenue, natural, las cortinas cerradas, eso es suficiente”, afirma la integrante de SES.
“Si oscurecemos, el cerebro puede interpretar que es hora de dormir por la noche y puede provocar un sueño más profundo, así como dificultar el despertar o interferir con el sueño nocturno”, incide Martínez Madrid.
5. Ropa
Dice Martínez Madrid que “puede ayudar” al descanso “ponerse ropa más cómoda o aflojar la que esté puesta”, ya que el cerebro recibe así señales de relajación. “Es un pequeño ritual que facilita desconexión y predispone al descanso”.
“Si venimos de estar activos o expuestos al calor –continúa– o si teletrabajamos, ese pequeño ritual marca diferencia entre el momento de la actividad y el de la desconexión, porque se trata de ponerse cómodo y tener un rato para uno”.