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El hambre, el arma 'silenciosa' de las guerras contra la población civil

Las guerras convierten al hambre en un arma “silenciosa” y “barata” contra la población civil con el bloqueo de mercados, obstáculos a la ayuda humanitaria y la destrucción de los cultivos. Más de 282 millones de personas padecieron hambre aguda en 2023, un 24 % más que en el año anterior, y fueron los conflictos bélicos la consecuencia directa de esta dramática situación.
 
Es una de las conclusiones del último informe de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS), que aborda en su quinto volumen de su serie Salud Pública y Conflictos Bélicos el impacto “devastador” de las guerras sobre la inseguridad alimentaria, el hambre y la malnutrición.
 
El documento subraya que Palestina (Gaza), Sudán, Sudán del Sur, Haití y Mali siguen en el nivel de alerta de hambruna más alto y requieren una atención urgente.
 
Sin medidas inmediatas, asegura el informe, el colapso de los sistemas alimentarios en zonas de guerra hará retroceder décadas de avances y aumentará el riesgo de hambrunas “a niveles sin precedentes”.
 
Los conflictos bélicos son la principal causa de inseguridad alimentaria en 20 países. Sudán es el que ha sufrido mayor deterioro por la guerra, con un incremento de más de 8,6 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria aguda en comparación con 2022.
 
SESPAS explica que el hambre aguda se refiere a la condición en que una persona no puede consumir alimentos suficientes para llevar una vida normal activa, con lo que su vida corre peligro.
 
Para medir los niveles de inseguridad alimentaria se utiliza, a nivel internacional, la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases (CIF), un método desarrollado por Naciones Unidas.
 
Las guerras, cada vez más prolongadas
 
Según el informe, en los últimos diez años, los conflictos armados en el mundo casi se han duplicado, y cada vez son más complejos y prolongados.
 
Las muertes, los daños físicos y psicológicos y los desplazamientos masivos de la población son efectos de las guerras pero también la destrucción de las infraestructuras, la contaminación del medioambiente y el colapso de la economía, entre muchos otros.
 
A todo ello se une el “retroceso” en la lucha contra el hambre.
 
SESPAS resalta que seis de cada diez personas que sufren hambre en el mundo viven en zonas de conflicto y guerras.
 
Más de 120 millones de personas abandonaron sus hogares en 2024 por causas relacionadas con las guerras y la violencia, y el 40 % de ellas son menores de 17 años.
 
Una situación que se ha agravado por la decisión del presidente de EE.UU, Donald Trump, de cerrar la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés). Una medida “que marca el fin de más de sesenta años de liderazgo estadounidense en la ayuda humanitaria y el desarrollo global”.
 
Recuerda SESPAS que hacer padecer hambre a la población civil como arma en las guerras “es una violación grave de las leyes y costumbres de guerra”. Es una conducta que está prohibida en el Derecho Internacional Humanitario desde la aprobación de dos protocolos adicionales (PA) a los Convenios de Ginebra.
 
Gaza
 
El conflicto en la Franja de Gaza es una crisis alimentaria sin precedentes, según el Informe Global sobre Crisis Alimentarias.
 
Entre los niños de 6 a 59 meses, se estima que se producirán 60.000 casos de desnutrición aguda, de los cuales 12.000 casos son graves, entre septiembre de 2024 y agosto de 2025.
 
El riesgo de hambruna entre noviembre de 2024 y abril de 2025 se ha agravado a causa del conflicto y por la restricción del acceso humanitario.
 
Además, destaca el informe, la concentración extrema de población en una zona cada vez más reducida, que vive en refugios improvisados con acceso intermitente a suministros y servicios humanitarios, eleva el riesgo de epidemias, lo que puede convertirse “en una catástrofe de magnitud sin precedentes”.
 
Según el informe, titulado Nutrition Vulnerability and Situation Analysis- Gaza (“La vulnerabilidad de la nutrición y análisis de la situación en Gaza”) citado por SESPAS, un 15,6 % de los menores de dos años está gravemente desnutrido. De ellos, casi un 3 % sufre emaciación grave, que es “la forma más letal” de la malnutrición.
 
Son datos recabados en enero de 2024, con lo que SESPAS señala que “es probable que la situación sea aún más grave en la actualidad”.
 
Por su parte, agencias de la ONU alertaron esta semana que más de uno de cada tres habitantes en la Franja pasa días sin comer y que dos de los tres umbrales de hambruna ya se han superado en algunas partes del territorio, según los datos de la última Alerta de Clasificación Integrada de Seguridad Alimentaria
 
“Violación extrema” de derechos de la infancia
Al menos un 90 % de los menores de cinco años padecen una o más enfermedades infecciosas.
 
Al margen del informe de SESPAS, la Asociación Española de Pediatría (AEP), la Sociedad Española de Pediatría Social (SEPS) han expresado en un comunicado “su profunda consternación” ante la catástrofe humanitaria que se vive actualmente en Gaza, “donde la violencia, la inanición forzada y la destrucción sistemática de infraestructuras sanitarias están afectando de manera desproporcionada a la población infantil”.
 
Por eso, al igual que la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), apoyan plenamente la declaración conjunta emitida por la Sociedad Internacional de Pediatría Social y Salud Infantil (ISSOP por sus siglas en inglés) y la Asociación de Pediatría Internacional (IPA por sus siglas en inglés) en la que denuncian la gravedad de los hechos.
 
Sostienen “que las acciones en Gaza constituyen una violación extrema del derecho internacional y de los derechos fundamentales de los niños y niñas”.
 
Además, esta semana trabajadores de varias ONG que operan en Gaza han alertado de una hambruna que amenaza con “borrar generaciones” y aseguraron que todos los niños que ahora mismo están malnutridos van a morir a no ser que haya una reversión “inminente” de la situación.
 
Sudán
 
“Aunque el hambre extrema no es algo nuevo en el país, la situación en el Sudán es sumamente grave”, sostiene el informe.
 
El número de niños sudaneses que se enfrenta a una escasez grave de alimentos casi se duplicó en la primera mitad de 2024. Un 75% pasa hambre a diario, “mientras el conflicto impulsa el hambre a niveles sin precedentes”.
 
El impacto del conflicto en la producción agrícola, junto con los desplazamientos, la pérdida de vidas, la destrucción y el deterioro de las infraestructuras y medios de vida y la interrupción de flujos comerciales, han aumentado mucho los precios de los alimentos.
 
Los organismos humanitarios han sido víctimas de diferentes agentes armados y las milicias “en busca de ganancias monetarias y el saqueo de camiones, oficinas y almacenes está reduciendo la capacidad de las organizaciones humanitarias”.
 
Alrededor del 70 % de los hospitales e instalaciones sanitarias no funciona y la población muere por la propagación de enfermedades curables y lesiones que se podrían operar.
 
No solo guerras
 
Además de las guerras, los fenómenos meteorológicos extremos se encuentran entre los principales motivos de hambre en 18 países, donde más de 77 millones de personas se enfrentaron a altos niveles de inseguridad alimentaria aguda, frente a 12 países con 57 millones de personas en 2022.
 
Recuerda SESPAS que 2023 fue el año más caluroso nunca antes registrado. Los problemas relacionados con el clima derivaron en graves inundaciones, tormentas, sequías, incendios forestales y brotes de plagas y enfermedades.
 
Y entre las principales causas del hambre en el mundo también se encuentran las “perturbaciones económicas”, que afectaron principalmente a 21 países por su gran dependencia de la importación de alimentos e insumos agrícolas y a la persistencia de problemas macroeconómicos, como la depreciación de la moneda, los altos precios y los elevados niveles de deuda.
 
Crisis alimentarias, crisis de salud pública
 
En sus conclusiones, SESPAS hace hincapié en que las crisis alimentarias “son, por naturaleza, crisis de salud pública, así como crisis nutricionales”.
 
Para afrontar esta realidad, SESPAS defiende un abordaje integral de las crisis, no de forma limitada.
 
Hace hincapié en que las guerras y los conflictos provocan desplazamientos masivos de población, que tiene que abandonar su hogar y medios de vida para buscar refugio.
 
“Esto refuerza el círculo vicioso entre hambre y conflicto convirtiendo el hambre en un arma de destrucción masiva barata y silenciosa, mientras que la seguridad alimentaria es un desactivador de la violencia cargada de futuro para la paz”, subraya SESPAS.
 
La sociedad médica propone:
 
Combinar ayuda humanitaria inmediata con desarrollo agrícola local y construcción de paz, lo que permitiría implicar a las comunidades afectadas en las soluciones.
Financiar intervenciones urgentes al detectar una situación en fase 3 (Crisis), sin esperar a que se declare oficialmente la hambruna.
Sancionar a estados y grupos armados que violen el Derecho Internacional Humanitario y utilicen el hambre como arma en las guerras. Esto lo califica como “clave”.
Revertir “el vacío” dejado por el cierre de la USAID, mediante la creación de nuevas alianzas globales sólidas.
 
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