San Luis Potosí, SLP.- La vida nocturna en San Luis Potosí atraviesa un momento de redefinición. Lo que antes era sinónimo de diversión en sectores exclusivos como la avenida Cordillera Himalaya, hoy se convierte en punto de fricción entre el desarrollo urbano, los derechos vecinales y la regulación gubernamental.
La reciente salida voluntaria del antro Épocas de dicha avenida es apenas el primer paso de un proceso que el Ayuntamiento capitalino ha prometido ordenar en un plazo de dos semanas. El alcalde Enrique Galindo Ceballos afirma que se está preparando un estudio técnico que definirá el reacomodo de estos giros comerciales en función del respeto a las zonas habitacionales, el orden urbano y los lineamientos del Plan Municipal de Desarrollo. Dos antros más estarían por retirarse próximamente, también de forma voluntaria.
Detrás de esta medida están los reclamos de residentes de la zona, hartos del ruido, el caos vial y las molestias que genera la afluencia constante de jóvenes y visitantes. Sin embargo, aunque la reubicación busca atender legítimas demandas ciudadanas, la solución propuesta —mover estos establecimientos a la periferia de la ciudad— plantea un nuevo abanico de riesgos y contradicciones.
El gobernador Ricardo Gallardo ha considerado viable la creación de una “zona de tolerancia” fuera del área urbana, un espacio de entre 40 y 60 hectáreas que concentre todos los centros nocturnos bajo condiciones de vigilancia constante y con estacionamientos amplios. Pero esta solución, aunque funcional sobre el papel, genera preocupaciones reales.
Quien más frecuenta estos lugares son los jóvenes. Pedirles que se desplacen a zonas alejadas, sobre todo después de consumir alcohol, implica exponerlos a mayores riesgos de accidentes automovilísticos. Además, en una ciudad como San Luis Potosí donde el transporte público nocturno es deficiente y las distancias a la periferia pueden ser considerables, la idea de trasladar la fiesta lejos del centro urbano podría derivar en un problema de seguridad vial y personal.
Tampoco se puede ignorar el factor económico. San Luis Potosí ha venido posicionándose como un destino atractivo para el turismo de fin de semana, y gran parte de esa oferta la componen bares, terrazas y antros ubicados en el corazón de la ciudad. Marginalizar estos espacios no sólo puede desincentivar la vida nocturna, sino también afectar la derrama económica que generan turistas y visitantes que buscan lugares céntricos, accesibles y con historia.
A ello se suma un foco rojo ya advertido por la Coordinación Estatal de Protección Civil, el Centro Histórico es actualmente la zona donde más irregularidades se han detectado en bares y terrazas, particularmente por el uso inadecuado de inmuebles antiguos sin adaptaciones estructurales seguras. Esto obliga a plantear una doble estrategia, -por un lado, reordenar los giros nocturnos para evitar conflictos vecinales, pero por otro, profesionalizar y regularizar su funcionamiento en donde ya están establecidos.-
No se trata de satanizar el entretenimiento nocturno, sino de equilibrar el derecho a la diversión con el derecho al descanso, y la economía con la seguridad. Crear un gueto de antros en las orillas de la ciudad podría ser tan contraproducente como mantenerlos en zonas residenciales sin control. El reto no es simplemente cambiar el problema, sino repensar la ciudad de noche con visión, inclusión y responsabilidad.
Lo que está en juego es más que la ubicación de unos cuantos antros, es la capacidad de una ciudad para convivir, disfrutar y crecer sin excluir ni poner en riesgo a quienes la habitan o la visitan. ¿Será posible?.