San Luis Potosí, SLP.- Lo que debió ser una celebración religiosa se convirtió en una experiencia de violencia y humillación para una vecina del Barrio de San Sebastián, quien denunció haber sido agredida y exhibida públicamente por el sacerdote de la parroquia, luego de que reclamara por un incidente relacionado con pirotecnia que afectó su domicilio.
La joven de 26 años, habitante desde hace dos años de la zona, relató que el pasado fin de semana, durante las festividades patronales en el jardín de San Sebastián, un cohete cayó dentro de su casa, provocando el incendio de una maceta. Al buscar explicaciones y apoyo por parte de los organizadores, fue canalizada directamente con el sacerdote Samuel, quien encabeza la parroquia local.
“Me acerqué con respeto, aunque estaba muy molesta. Nunca había hablado con él. Me presenté y le expliqué lo que había pasado”, declaró la víctima. Sin embargo, lejos de encontrar una respuesta conciliadora, fue recibida con una actitud hostil. “¿Y qué quiere que haga?”, fue la primera reacción del sacerdote, visiblemente molesto.
El conflicto escaló rápidamente. Según la joven, el sacerdote la tomó del brazo sin su consentimiento y la condujo al centro del atrio, donde más de 60 personas participaban en la celebración. Desde ahí, el padre Samuel alzó la voz y lanzó una frase que impactó a todos los presentes,
“Esta vecina viene a quejarse de las fiestas. ¡Estoy harto de los vecinos, ya me tienen hasta la madre!”
Acto seguido, el sacerdote se retiró del lugar, dejando a la joven expuesta a insultos, burlas y agresiones verbales por parte de algunos asistentes. Fue tachada de “mentirosa”, “niña quejumbrosa” y “pecadora” por tener tatuajes, mientras algunos le auguraban irse “al infierno”.
“Yo nunca le di permiso para tocarme ni para exhibirme. Nadie tiene derecho a hacer eso, y menos alguien con una investidura religiosa. Fue una humillación pública”, expresó la afectada.
Durante el altercado, incluso surgieron discusiones entre vecinos por temas ajenos, como el uso del espacio público para estacionarse, lo que evidencia una tensión comunitaria más profunda.
Posteriormente, varias mujeres se acercaron a la joven para compartir experiencias similares con el mismo sacerdote. Coincidieron en que no es la primera vez que muestra actitudes prepotentes o denigrantes hacia los vecinos. “El padre Samuel no calma los ánimos, los enardece. En lugar de mediar, divide”, lamentó una de las vecinas solidarias.
Aunque la víctima no ha presentado aún una denuncia formal, decidió hacer pública su experiencia como un acto de defensa personal y como un llamado a la comunidad.
“Esto no es un ataque a la iglesia ni a las tradiciones, sino un ‘basta’ al abuso de poder y a la normalización del maltrato disfrazado de autoridad religiosa”, concluyó.
Hasta el cierre de esta edición, la parroquia de San Sebastián no ha emitido ningún posicionamiento oficial sobre los hechos.