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Avenida Carranza: entre la cultura y el ruido

La emblemática vialidad divide opiniones

San Luis Potosí, SLP.- Por años, la Avenida Venustiano Carranza ha sido una arteria simbólica de San Luis Potosí, cruce de historia, cultura y tradición. Hoy, enfrenta una disyuntiva que no solo atañe al trazo urbano, sino a los modelos de ciudad que se están impulsando desde el gobierno municipal, ¿debe esta avenida reinventarse como un corredor de bares y antros o resistir como un espacio cultural?
 
Aunque aún no existe una propuesta oficial, en distintas mesas de diálogo ha circulado la idea de reubicar parte de la vida nocturna potosina hacia Carranza. Este planteamiento ha encendido alertas entre vecinos y actores culturales que ven en esa posibilidad una amenaza a la vocación histórica y social de la zona.
 
Uno de los más críticos es Alberto Narváez Arochi, presidente del Comité del Corredor Cultural Carranza, quien calificó la idea como inviable y carente de sustento técnico. Asegura que aunque el alcalde Enrique Galindo les ha dicho que “todavía no está definido”, el simple hecho de no descartarlo mantiene la preocupación viva.
 
“Nos preocupa ese ‘todavía'”, expresó Narváez. “¿De verdad una zona de antros en Carranza? Ni siquiera hay un estudio de sustentabilidad para respaldar algo así. ¿Cómo puedes impulsar una actividad de ese nivel sin planeación previa?”. Para él, una mejor alternativa sería distribuir los centros nocturnos en diferentes puntos de la ciudad, en lugar de concentrarlos en un solo sector con vecinos que, en muchos casos, pertenecen a la tercera edad.
 
El caso recuerda al intento fallido de reubicar la vida nocturna en la zona de Himalaya, que enfrentó el rechazo absoluto de los colonos. “Pretender traerla ahora a Carranza es repetir el error, pero en el corazón de la ciudad”, advierte.
 
Narváez Arochi no solo rechaza la posibilidad de bares; propone revivir la avenida como lo que fue, un corredor cultural activo, con espacios para las artes, el conocimiento y la vida comunitaria. Y este discurso conecta directamente con otra polémica reciente, la intervención de una antigua casona en la misma avenida por parte del Ayuntamiento.
 
La finca, en evidente abandono, fue intervenida con labores de limpieza y pintura bajo autorización del propietario. La acción generó críticas en redes sociales y medios, donde se cuestionó el uso de recursos públicos en un inmueble privado.
 
El alcalde Galindo defendió la decisión, “Yo prefiero la crítica por intervenir, que por no hacer nada. Esto era un foco de infección. Hoy está limpio y no costó casi nada”. Aseguró que la intención no es apropiarse de la finca, pero tampoco descartó que pueda alquilarse para convertirla en Casa de Cultura.
 
“Si jurídicamente es posible, me interesa. Imagínese una galería de arte popular aquí, administrada por el gobierno. Sería maravilloso”, señaló.
 
La propuesta resulta interesante, pero el contraste es evidente, mientras por un lado se habla de recuperar espacios para la cultura, por otro se contempla llevar bares a una zona donde los vecinos han apostado por la tranquilidad y la vida diurna.
 
El gobierno municipal parece oscilar entre dos modelos de ciudad, uno que impulsa la rehabilitación del espacio público con fines culturales, y otro que cede a la presión de intereses económicos relacionados con el entretenimiento nocturno.
 
El dilema está planteado, ¿será Carranza un nuevo andador cultural o el próximo corredor de la vida nocturna? La respuesta no está en el discurso, sino en la congruencia entre lo que se promete y lo que se ejecuta.
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