La pureza de corazón, que como un diamante irradia una luz que lo sostiene todo, que nos recuerda de dónde venimos y a donde volveremos, es como una luciérnaga en la densidad nocturna de un bosque.
Esa pureza es tan dura y resistente como un diamante, pero, aunque puede fragmentarse en pequeños periodos, siempre es una Unidad. Es una luz eterna y perfecta. Sin embargo, en la aventura de la vida terrenal, en esta complejidad de Seres que somos, viviendo infinitas historias, esa esencia sonriente se va escondiendo detrás de capas y capas de complejas estructuras mentales, edificaciones creativas, filosofías, argumentos, ideas, construcciones y sus derrumbes, hasta casi olvidar en realidad quienes somos.
Es como el Ser esencial, que participa en el teatro de la vida y por ende es oculto detrás de las máscaras que vamos adoptando para encajar en el mundo. Porque, ¿Quién eres cuando estás solo(a) de otros, pero acompañado(a) de ti? ¿Cómo te comportas cuando nadie te ve y qué te dice la mente cuando te atreves a estar en completo silencio? ¿Qué acaso cuando contemplas, reflexionas o meditas no hay un cúmulo de pensamientos, emociones, recuerdos y voces, que como ecos suenan en algún lugar de tu psiquis sin tu permiso? ¿Qué de todo lo que hay en tu mente conciente e inconsciente no le corresponde a tu Ser auténtico y esencial? ¿Cuántos personajes existen en ti?
Porque es afortunado cuando una persona es la misma en todos los sitios con toda la gente. Ese ser que se atreve a expresar sus emociones, su verdadero pensamiento y criterio y que se es fiel a sí mismo(a) en una deliciosa autenticidad. Si eres o conoces a alguien así, es muy posible que haya o hayas pasado por un proceso de depuración con anterioridad. Porque vivir una purificación tiene todo que ver con soltar, con limpiar aquellas habitaciones a las que se les cerró con candado por trauma o desazón.
Por ejemplo, purificar una casa te cambia la vida. Deshacerse de papeles antiguos, recuerdos que duelen, libros en desuso de interés, muebles viejos y carcomidos, limpiar con agua, humo de incienso, ventilar, ordenar los objetos, llenar de plantas, colores hermosos, adornos y aromas nos invitan a la dignidad y el respeto. Y si es así en un espacio físico, imaginemos en el laberinto del inconsciente, en la mente y en el intelecto, en nuestro universo emocional y por supuesto en el cuerpo físico.
Es seguro que depurar nuestras creencias inconscientes arraigadas nos hace dar saltos cuánticos y conectarnos al tejido de la sincronía y las puertas abiertas en el camino. Es cierto que depurar nuestra mente de pensamientos que no son nuestros, porque no corresponden a nuestro contacto directo con la sabiduría que proviene del pensamiento crítico, el cuestionamiento y la reflexión propias, nos lleva a vivir con propósito y con claridad.
Es verdad que depurar las emociones arraigadas, aquellas que no son nuestras y nos vienen de la ancestralidad, del colectivo, nos lleva a viajar la vida con ligereza y disfrute. Y es completamente certero que purgar las emociones atascadas en nuestro cuerpo físico, lo no dicho, el estrés petrificado en los músculos, articulaciones, huesos, piel, órganos internos etc., nos activa y nos devuelve el Alma a arraigarse a la vida otra vez. La suciedad inmoviliza. Quita las ganas, invita al demonio de la pereza y el palacio se convierte en un castillo habitado por creaturas ponzoñosas. No dejes de moverte.
El descanso es una parte fundamental y de suma importancia en el amor por uno mismo, pero somos cíclicos y dancísticos. Porque podemos ver nuestra vida como una danza llena de matices y energías.
El dolor que se acumula se estanca y luego viene la inmovilidad. Si tienes miedo escríbelo y quémalo. Si estás enojado(a) danza con tambores. Si estás triste escribe un poema, canta o llora bellamente.
Si estás alegre invita a tu Alma a los seres de la naturaleza y haz una fiesta en la profundidad de tu corazón. Pero no acumules, no permitas que tu Ser quede enterrado como una foto alegre entre papeles obsoletos en un cajón con llave. Una purificación puede comenzar con ordenar un cajón al día, una carpeta de tu computadora, una meditación de diez minutos, nutrirte con alimentos pránicos, frutas, verduras, semillas, raíces, expresar sentires, pensamientos y emociones en terapia, expresarte creativamente, realizar movimiento físico que te haga sentir feliz, solucionar conflictos y sobre todo alejarte sin más, de lugares que no honran a tu Alma. Depurar es también elegir aquello que resuene con esa pureza de corazón que vibra dentro de ti en cada respiración. Aquella verdad que tú eres, esa coherencia que te permite dejar de representar y te dignifica en el SER.
Que la luz Divina purifique tu cuerpo, tu mente, tus emociones, tu energía y tu Alma con una dulce caricia, una que te diga al oído, que lo único real es tu infinita inocencia y la belleza de ser un Alma pura y que hoy al ordenar, drenar, purgar y purificar tu existencia, lo has recordado.
Gracias por caminar juntos.
Tu terapeuta
Claudia Guadalupe Martínez Jasso