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Localizan Sak-Bahlán última ciudad de los lacandones rebeldes de Chiapas

“Este libro trata de un etnocidio”, con estas palabras Jan de Vos arranca La paz de Dios y del rey (1988), narración sobre el sistema colonial que aniquiló a los lacandones-ch’olti’es, los últimos mayas rebeldes de Chiapas, cuyo reducto definitivo, Sak-Bahlán, fue divisado en 1695, por fray Pedro de la Concepción, y que, al poco tiempo, sería sometido y renombrado como Nuestra Señora de los Dolores.
 
El lugar fue abandonado en 1721 y devorado por la selva, hasta que ahora, pasados tres siglos, el Proyecto Arqueológico Sak-Bahlán, codirigido por los doctores Brent Woodfill y Yuko Shiratori, de las universidades de Winthrop, Estados Unidos, y Rissho, Japón, considera haber encontrado la “tierra del jaguar blanco”.
 
Esta búsqueda por la Reserva de la Biosfera Montes Azules habría sido infructuosa sin la guía del investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Josuhé Lozada Toledo, quien realizó un modelo predictivo con el uso de Sistemas de Información Geográfica (SIG), para localizar el asentamiento, el cual había resultado escurridizo para otras expediciones, entre ellas, una de 1999, organizada por Conservación Internacional, de la que formó parte el propio historiador Jan de Vos.
 
El sitio fue inscrito por la iniciativa de investigación, que cuenta con el aval del Consejo de Arqueología del INAH, como “Sol y paraíso. Probablemente Sak-Bahlán”, en el Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicos e Históricos.
 
El especialista del Centro INAH Chiapas, Josuhé Lozada, explica que, en este lugar los lacandones-ch’olti’es mantuvieron su independencia durante 110 años, después de que su capital, Lacam-Tún (“Gran Peñón”), fuera tomada por los españoles, en 1586.
 
Se sabe, por documentación histórica sobre la referida entrada de 1695 a Sak-Bahlán, entre ellas una carta de fray Diego de Rivas, que el enclave lacandón se hallaba en una llanura rodeada por la curva del río Lacantún.
 
Mediante las SIG, Lozada Toledo reconstruyó las rutas de comunicación prehispánicas e históricas de los grupos mayas. A través del software ArcGIS Pro, introdujo capas de información para realizar cálculos y análisis predictivos. 
 
“Tomé datos de la crónica del fraile De Rivas, de 1698; por ejemplo, narra que, ese año, él y una tropa de soldados partieron de Nuestra Señora de los Dolores (antes Sak-Bahlán) y caminaron cuatro días hasta el río Lacantún. Navegaron por dos días y llegaron a El encuentro de Cristo, lugar donde el afluente se une con el río Pasión, y dejaron sus canoas para luego caminar hasta el lago Petén Itzá, en Guatemala.
 
“A partir de esos lugares mencionados, los cuales tenía georreferenciados, hice una conversión de los cuatro días referidos, desde algún punto del río Lacantún hasta Sak-Bahlán”, explica. 
 
Detalla que consideró diversas variables: el territorio, es decir, las capas de altimetría y de vegetación; la capa de cuerpos de agua y el peso del cargamento por persona. “Al juntar todas estas variables pude hacer la propuesta en el mapa y obtener un rango aproximado de dónde podría ubicarse el sitio Sak-Bahlán”.
 
El modelo predictivo realizado por el arqueólogo, que será dado a conocer en el próximo número de la revista Chicomoztoc, fue la brújula para el proyecto de investigación que contó con financiamiento de Discovery Channel. La travesía es el eje del documental Discovering the hidden mayan city: Sac Balam.
 
Para Lozada, esta experiencia, en la que también participaron los arqueólogos mexicanos Rubén Núñez Ocampo y Socorro del Pilar Jiménez Álvarez, es cercana a lo experimentado por los exploradores del siglo XIX, pero con internet satelital: “Es el recorrido de campo más pesado que he tenido en mi vida, pero, finalmente, encontramos la evidencia arqueológica, justo en el punto que había marcado”.
 
Su localización, cercana a los ríos Jataté e Ixcán, es el comienzo de una historia que entrelazará las crónicas virreinales y la evidencia material. Hasta el momento, el proyecto arqueológico ha realizado dos temporadas de campo para mapear el sitio y elaborar pozos de sondeo, para definir su ocupación temporal.
 
Como narra Jan de Vos, en 1769, el alcalde mayor de Suchitepéquez, Guatemala, en búsqueda del pueblo extinguido de Dolores, “encontró en un barrio abandonado del pueblo de Santa Catarina Retalhuleu, a los últimos tres sobrevivientes de la tribu que un día había sido terror de los indios cristianos y pesadilla del gobierno español”. Tres siglos después, Sak-Bahlán vuelve a figurar en el mapa.
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