“En ocasiones, esa placa será la única manifestación de la alopecia areata; pero en otros pacientes puede desarrollarse con más y más zonas peladas. En los casos extremos afectará a todo el cuero cabelludo”, describe la dermatóloga del Hospital Clínico Universitario San Carlos de Madrid.
“Y se considerará alopecia areata universal cuando la pérdida pilosebácea por inflamación afecte a todo el cuerpo, incluso eliminando las pestañas. Un estadio que siempre tendrá un peor pronóstico”, añade.
La alopecia areata pertenece al grupo de las alopecias no cicatriciales: calvices en las que no se produce una destrucción irreversible del folículo piloso, sino que el folículo sigue vivo, aunque inactivo funcionalmente.
En las alopecias no cicatriciales se engloban las alopecias androgenética, areata o el efluvio telógeno (anomalía en el ciclo de crecimiento del pelo). Entre las alopecias cicatriciales destaca la alopecia frontal fibrosante.
“Además, como la alopecia areata es una calvicie que se diagnostica sobre todo en adolescentes y pacientes jóvenes, entre la tercera o cuarta década de la vida, puede generar secuelas psicoemocionales estigmatizantes”, subraya la dermatóloga.
“Son frecuentes las alteraciones tiroideas, la dermatitis atópica o el vitíligo (pérdida del color natural de la piel), junto con afectaciones a nivel ungueal (uñas piqueteadas) y ocular (madarosis ciliar, que puede provocar infecciones y lesiones en el ojo)”, expone.
La repoblación del pelo derivada de la alopecia areata suele tener lugar en los meses poteriores a su aparición: 95 % de casos durante el primer año si el paciente es un niño o una niña.
“Crecerá un vello fino y claro en el centro de las placas o parches sin pelo, que poco a poco irá cubriendo el área afectada, recuperando el pelo su color y grosor habituales”, apunta.
En la adolescencia y la primera juventud es habitual que la alopecia areata evolucione de forma negativa y provoque múltiples placas de superficie lisa, permaneciendo visibles en el tiempo.
Las causas de la alopecia areata
El origen patológico de la alopecia areata es multifactorial, no sólo se debe a un factor aislado. Hay que situar el foco en la predisposición genética y en las alteraciones del sistema inmunológico que inciden, a su vez, en el perfil genético del paciente.
La herencia familiar abarca un 10-20 % de los casos, mientras que un 30 % se sitúa en el ámbito de las enfermedades autoinmunes.
“Nuestro sistema inmune identifica al folículo piloso como un agresor, un antígeno (virus, bacterias, hongos) o un cuerpo extraño, y desarrolla anticuerpos, mecanismos de defensa, a través de las proteínas”, explica la Dra. Carranza Romero.
“El resultado será la inflamación. Si pudiéramos verlo con un microscopio apreciaríamos un infiltrado inflamatorio de tipo predominantemente Th1 (acumulación de células inmunitarias, principalmente linfocitos T)”, describe.
“Se produce, entonces, una pérdida de privilegio del sistema inmunitario en el folículo piloso y la vía JAK-STAT se mostrará sobreexpresada”, completa la especialista.
“Por eso decimos que esta alopecia es reversible, a diferencia de otro tipo de alopecias irreversibles, donde la destrucción del folículo es total”, recalca.
A la vez, se podrán sumar otros detonantes alopécicos de tipo emocional (estrés, ansiedad o desánimo) y medioambiental.
Esta situación psicofísica se verá agravada por la pérdida rápida de pelo, con más parches calvos, convirtiendo el proceso en un círculo vicioso: pérdida de pelo… ansiedad… más pérdida de pelo.
“La alopecia areata no es un problema puramente estético, sino que tiene un impacto brutal en la calidad de vida personal, familiar, laboral y social de l@s pacientes”, advierte la doctora Carranza.
Tratamientos en alopecia areata
En alopecia areata se utiliza la escala SALT para determinar el grado de afectación folicular en el paciente: leve, cuando es igual o menor al 20 %; moderada, de 21 % a 49 %; y grave a partir del 50 %, donde habría un daño grave en cejas y pestañas.
El objetivo de cualquier terapia se centrará en buscar una reactivación mínima del 80 % de los folículos desactivados por la inflamación, es decir, conseguir que el paciente se encuadre y permanezca en el estadio leve o SALT 20.
Los tratamientos generales en consulta van desde la sensibilización con irritantes, como la difenciprona (DFCP), hasta el uso de corticoides tópicos (primera línea en niñ@s), intralesionales (muy válido para cejas) y sistémicos (con grandes efectos secundarios, que se minimizan con la dexametasona con minipulsos).
Los inhibidores de la calcineurina junto con el minoxidil se añaden a los tratamientos de primera línea.
También, se prescriben la inmunoterapia de contacto, inmunosupresores, fármacos biológicos, PRP, fototerapia y micropigmentación; sin olvidar las prótesis capilares, el láser o la psicoterapia.
Pero nos encontramos ante una novedosa era de medicamentos que se pueden aplicar en muchas enfermedades dermatológicas con resultados espectaculares.
“A día de hoy, l@s dermatólog@s contamos en alopecia areata con dos fármacos sistémicos inhibidores de JAK, aprobados por la FDA y la EMA: baricitinib y ritlecinitib. Otro más, deuroxolitinib, que sólo está funcionando bajo la legislación americana, está pendiente de su aprobación en Europa”, enmarca.
Esta vía constituye la diana terapéutica de las nuevas moléculas, que actúan a través de los inhibidores: si se frena la vía JAK-STAT se podrá revertir el proceso de la enfermedad.
“Su eficacia se estima en torno al 60-70 % de los casos“, destaca la Dra. Carmen Carranza Romero.
“Es verdad que existen pacientes que tardan cierto tiempo en responder a esta terapia: alrededor de un año para comprobar la efectividad real; incluso, algunas investigaciones indican hasta dos años de tratamiento para conseguir los objetivos”, afina.
Por ejemplo, baricitinib, que presenta una tolerancia bastante buena para el paciente, es muy efectivo mientras se administra y se matiene su dosificación, dejando de serlo si el paciente deja de tomarlo.
La eficacia terapéutica también dependerá del punto de partida del estadio de la enfermedad inflamatoria.
“No es lo mismo una alopecia areata muy grave que otra de nivel moderado. Son fármacos que en un principio tenemos que mantenerlos en el tiempo y la disminución de la dosis tendrá que ser progresiva y muy poquito a poco”, advierte.