San Luis Potosí, SLP.- En San Luis Potosí, el envejecimiento de la población avanza a paso firme. Según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), las personas de 60 años y más ya representan el 12.8% de la población estatal. Para 2030, se estima que uno de cada seis potosinos será adulto mayor, es decir, el 17.7% de los habitantes.
Pero mientras el reloj demográfico marca esta tendencia, la realidad social se queda atrás. En vez de preparación, respeto y cuidado, lo que muchos adultos mayores enfrentan es abandono, violencia y negligencia.
Lejos de disfrutar una vejez digna, miles de personas adultas mayores en San Luis Potosí sufren maltrato, muchas veces a manos de sus propios familiares. El estado ha registrado un aumento del 14% en casos de violencia y negligencia hacia este sector. Las formas más comunes de agresión incluyen despojo de bienes, apropiación indebida de pensiones, violencia emocional y física, además de la indiferencia sistemática que los orilla a ser institucionalizados —frecuentemente sin su consentimiento.
Para algunos adultos mayores, ingresar a una casa de asistencia representa su única opción. Sin embargo, esta “solución” no siempre garantiza condiciones dignas. Los casos recientes así lo evidencian.
Uno de los más sonados ocurrió en el asilo “Santa Sofía”, en la capital potosina, que fue clausurado tras la denuncia de maltratos y condiciones insalubres. Videos difundidos en redes sociales mostraban agresiones físicas y verbales hacia los residentes, lo que generó indignación ciudadana y activó una inspección por parte de las autoridades.
El resultado fue alarmante, el lugar no contaba con permisos de funcionamiento, ni con un programa interno de protección civil. Además, carecía de extintores, rutas de evacuación, señalética y botiquines. El personal tampoco tenía acreditación o capacitación formal. Durante la intervención se evacuó a 10 adultos mayores, cuatro mujeres y seis hombres; uno de ellos fue trasladado de emergencia a un hospital. Los demás fueron reubicados en la Casa de los Potosinos.
El titular de la Coordinación Estatal de Protección Civil (CEPC), Mauricio Ordaz Flores, confirmó que el establecimiento no figuraba en el padrón de centros autorizados por el INAPAM, ni contaba con licencia sanitaria de la COEPRIS.
Otro caso que generó atención fue el del asilo “La Aldea de los Abuelos”, también en la capital. Aunque las denuncias por presunto maltrato motivaron una inspección, el lugar continúa operando tras una revisión sorpresa. Autoridades le otorgaron un plazo para cumplir con las observaciones de Protección Civil.
La fundadora del sitio, Kony del Carmen Pérez Osorio, ha defendido públicamente su modelo de operación, asegurando que los residentes “nunca están solos” y que el lugar no se maneja como un negocio, sino bajo una lógica de donativos voluntarios. Pero esta informalidad, lejos de inspirar confianza, revela un vacío legal y operativo que puede poner en riesgo a los adultos mayores.
Según datos del INAPAM, en San Luis Potosí hay 26 casas de asistencia para adultos mayores que sí están reguladas y autorizadas para operar. Entre ellas destacan:
Casa Hogar Feliz Atardecer (Mariano Vildósola)
Asilo de los Pobres de San Antonio (Prolongación Pedro Vallejo)
Asilo de Ancianos Santa Marta (Francisco Javier Mina)
Estancia para Adultos Mayores El Sagrario (Avenida Venustiano Carranza)
Instituto Geriátrico Dr. Nicolás Aguilar (Camino a la presa de San José)
Casa Hogar Ignacio Montes de Oca (5 de Mayo)
Estas instituciones cuentan con permisos de funcionamiento y protocolos adecuados, además de buenas calificaciones en plataformas ciudadanas. No obstante, su cobertura es limitada y muchas familias recurren a opciones más económicas, pero carentes de regulación y supervisión.
El costo promedio de una habitación en un hogar de ancianos en México ronda los $8,929 mensuales para una habitación semiprivada y $10,025 para una privada, lo que representa una barrera de acceso para muchos adultos mayores en situación vulnerable.
La situación que viven miles de adultos mayores en San Luis Potosí revela una profunda deuda ética, social e institucional. El abandono no solo ocurre en los hogares, sino también en las políticas públicas, la supervisión sanitaria, el sistema de salud y los mecanismos de justicia.
La vejez no debería vivirse con miedo, sino con dignidad. No se trata únicamente de contar con asilos “bonitos” o campañas temporales, sino de replantear cómo concebimos el envejecimiento en nuestra sociedad. Porque si hoy somos indiferentes ante el maltrato de nuestros abuelos, mañana no tendremos autoridad moral para pedir respeto a nuestras propias canas.