El Festival Aselart, que ha arrancado este mes de julio y cuya programación se extenderá hasta el 31 de agosto, busca aportar una identidad y un turismo sostenible al municipio cántabro de Mazcuerras e incluir a sus vecinos como parte de la acción cultural del territorio.
Su organizadora y promotora, Paula Andrés, explica a EFE que todo empezó porque su padre, Jose Antonio, escultor y médico jubilado, comenzó a prestar sus esculturas a los vecinos para que las pusieran en sus jardines, porches y las ‘aselaran’ en la noche.
«Aselar es un verbo cántabro que significa guarecer, recoger o proteger a los animales en su gallinero, su espacio de acogida», precisa la también artista y promotora cultural.
Al verbo aselar le añadieron una ‘T’ para crear el nombre del festival, que nació con la intención de darle al pueblo «la responsabilidad o privilegio» de ser ellos quienes protejan y guarden el arte y conserven el contacto entre arte y pueblo.
Como las primeras ediciones fueron «un triunfo» y la respuesta vecinal fue buena, ya son once los años que lleva celebrándose el festival, que cuenta con la ayuda del Ayuntamiento de Mazcuerras, la Junta Vecinal de Ibio y el Gobierno de Cantabria.
Acción social
A pesar de llevar once ediciones, los vecinos de Mazcuerras e Ibio siguen implicándose en esa labor de aselar el arte, cediendo sus espacios privados, sus porches, sus muros o sus jardines para instalar las piezas.
La promotora asegura que «ha habido un incremento de la acción social» porque los habitantes de la zona no solo colaboran con sus espacios, sino que muchas veces ayudan a la instalación o echan una mano en lo que haga falta.
«Hace unos días llamé a unos chicos de aquí porque teníamos que instalar una pieza muy grande. Vinieron encantados y fue una tarde increíble», relata Andrés.
Aunque hay vecinos que no acogen bien el festival porque «prefieren estar solos» en el pueblo, hay otros que están «super orgullosos, que alardean y les encanta».
Muchas de las obras de arte de otras ediciones siguen instaladas en su lugar de origen, desde esculturas hasta murales, y todos se pueden localizar a través de un ‘QR’ que muestra un mapa con las diferentes obras, tanto las antiguas como las nuevas, para que los visitantes puedan hacer el recorrido.
La búsqueda de artistas
Los artistas que participan son seleccionados de tres formas: por una convocatoria abierta, por la búsqueda personal por parte de los organizadores de artistas de interés para la iniciativa, y ofreciendo la oportunidad a artistas locales.
A la convocatoria abierta puede presentar un proyecto cualquier persona de cualquier parte del mundo. Este año han recibido 60 solicitudes de las que han sido seleccionadas 18.
«A los artistas que vienen de fuera les cubrimos con una beca completa. Desde el transporte para que vengan al territorio y vuelvan a su lugar de origen, el alojamiento, las dietas cuando están aquí durante una semana y los materiales que deriven para su creación y unos honorarios», explica la artista.
Aselart da importancia a que lo que vayan a crear los artistas esté inspirado en el territorio, en la tradición, en el patrimonio, en la gente y en la naturaleza. «Esa es la base y a partir de ahí crean y expresan la disciplina que quieran».
En la convocatoria abierta, gran parte de esos 60 postulantes han sido cántabros, algo que a la organizadora le «llena de orgullo» porque ve que los artistas de la región hacen uso de Aselart para empezar a crear o para seguir creando.
«Yo no tuve la posibilidad, cuando salí de estudiar Bellas Artes, de en mi territorio tener un sitio en el que expresarme o crear. Si no eran las grandes galerías, no había nada», asegura.
Además de las obras expuestas, Aselart ofrece conciertos, charlas, proyecciones, talleres, subasta y noches de piano, flamenco humor y tango en la casa gótica, propuesto por el Ayuntamiento de Mazcuerra, a lo largo de los dos meses de verano.