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El arte de comer con las manos

Platillos que saben mejor si los comes con las manos: Un taco que se desborda con salsa, un pan recién horneado que se arranca a pellizcos, una rebanada de pizza. Comer con las manos no es solo un acto instintivo o informal: en muchas culturas del mundo es una forma legítima, incluso refinada, de conectar con la comida.

En México, lo tenemos claro: ¿cómo se come un elote con mayonesa, queso y chile si no es con las manos? ¿Y una gordita caliente recién salida del comal? Desde chicos nos enseñan que hay comida que no se toca con cubiertos porque simplemente no sabe igual.

Pero esto no es exclusivo de nosotros.

En India, comer con la mano derecha es una práctica ancestral y espiritual. Se dice que al usar los dedos se activa la energía de los cinco elementos, agua, fuego, aire, éter y tierra, y que el acto de tocar la comida genera una conexión más profunda entre el cuerpo y el alimento. No es falta de educación: es una forma consciente de comer.

En Etiopía, los platos tradicionales como el doro wat o el tibs se sirven sobre injera, un pan esponjoso que también funciona como utensilio. Comer se convierte en una experiencia comunal. El acto de compartir bocado con la mano incluso tiene un nombre: gursha, y es considerado un gesto de afecto.

En Tailandia, aunque ahora se usan más los cubiertos, tradicionalmente se comía con las manos, sobre todo en el norte del país. En Indonesia, Malasia, y Filipinas, aún es común ver familias comiendo arroz y curry con las manos.

Aunque Japón es sinónimo de refinamiento en la mesa, también tiene parte de esta cultura. El nigiri, la pieza de arroz con pescado crudo encima fue concebido para comerse con las manos, no con palillos. De hecho, en muchos restaurantes tradicionales, especialmente en barras de omakase, se considera más apropiado tomar el nigiri con los dedos para no maltratar la pieza ni deshacer el arroz. Aquí comer con las manos no es informalidad, es respeto por la técnica y estética del plato. 

Países como Marruecos, Líbano o Turquía, acostumbran a comer con las manos usando panes como la pita. Sobre todo, para platillos como el hummus, baba ganoush o guisos especiados. 

Las normas musulmanas también hacen énfasis en el uso exclusivo de la mano derecha para comer, así como en el lavado de manos antes y después. Este enfoque, lejos de ser rígido, hace que l acomida se experimente como algo limpio, sagrado y social. 

Y no es algo exclusivo de culturas lejanas. En la alta gastronomía occidental también existen guiños a esta costumbre. De hecho, la realeza británica come los espárragos con las manos, y es considerado perfectamente aceptable en cenas formales. Lo mismo sucede con ciertas frutas, mariscos, alcachofas, y hasta el pan: se parte con los dedos, no con cuchillo.

Hay estudios que dicen que comer con las manos puede hacer que disfrutemos más la comida. Se involucran más sentidos, se perciben mejor las texturas y se establece un vínculo más íntimo con lo que se come. También se ha observado que, al hacerlo, comemos más despacio y con más conciencia.

Comer con las manos es un gesto universal que va más allá de la gastronomía, es cultura, historia y comunidad.  

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