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México y Canadá, una alianza clave para defender el T-MEC

Opinión

LAS Y LOS POTOSINOS LO SABEMOS bien: cada planta automotriz, proveedor logístico y empleo que depende de las exportaciones hacia Norteamérica se sostiene en reglas claras. Por eso la llamada del 16 de julio entre la presidenta Claudia Sheinbaum y el primer ministro canadiense, Mark Carney, en la que coincidieron en exigir respeto al T-MEC, marca un punto de inflexión.

LA INCERTIDUMBRE ECONÓMICA no puede ser la nueva norma. Ni las amenazas de aranceles del 30% contra México ni del 35% contra Canadá deben dictar el ritmo de la integración regional. Cuando la economía se vuelve impredecible, las familias y las empresas pagan el precio con menor crecimiento, salarios estancados y proyectos de expansión congelados.

LOS TRES PILARES QUE ATRAEN LA inversión —la estabilidad, la previsibilidad y el Estado de Derecho— corren riesgo cuando uno de los socios decide infringir las reglas por lo que deben ser resguardados con firmeza. El T-MEC es justamente una herramienta que da forma y contenido a estos principios. Romper con ese marco no solo afecta a los países firmantes, sino que envía mensajes negativos al resto del mundo.

DESDE 2020, EL T-MEC HA generado cadenas de suministro resilientes, ha impulsado la relocalización y ha diversificado los flujos comerciales; pero todo ello descansa en la certeza de que los compromisos se cumplen y los diferendos se resuelven con base en paneles, no con medidas unilaterales.

POR ESO MÉXICO Y CANADÁ deben presentarse como un frente común ante la revisión pactada para 2026. No se trata de aislar a Estados Unidos, sino de dejar claro que la competitividad de la región depende de respetar los acuerdos. En 2018, durante la renegociación del TLCAN, ambos países demostraron que coordinar posiciones puede contener impulsos proteccionistas; hoy la tarea es reeditar esa fórmula.

LA VISITA ANUNCIADA DE CARNEY a México ofrece la oportunidad de diseñar una agenda conjunta: energías limpias, autopartes cero emisiones y capacitación laboral trinacional. Al blindar esos proyectos bajo el paraguas del tratado, se envía a los mercados la señal adecuada: aquí se invierte con horizonte de largo plazo.

DEFENDER EL T-MEC ES salvaguardar el futuro de América del Norte. Debe quedar claro que México y Canadá comparten algo más que aranceles en disputa. Comparten la convicción de que prosperar es posible cuando la ley prevalece sobre la coyuntura y cuando la alianza sustituye a la amenaza. En ese compromiso radica la verdadera fortaleza de nuestra región.

 

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