Este domingo se cumplen seis meses desde que Donald Trump asumió su segundo mandato como presidente de Estados Unidos, una etapa marcada por el retorno del proteccionismo comercial, la radicalización de su política migratoria, tensiones diplomáticas y, sorpresivamente, una fractura en su base más fiel por el manejo del caso Epstein.
“Hace un año éramos un país muerto y ahora somos la nación más pujante del mundo”, declaró Trump esta semana, en medio de una cruzada económica que ha incluido la imposición de aranceles del 10% y amenazas de gravámenes de hasta 50% a países como Brasil, México (30%) y Canadá (35%). Solo cuatro países han cerrado acuerdos comerciales con EE.UU., mientras las negociaciones con la Unión Europea siguen sin avances sustanciales.
En el frente internacional, Trump ha ordenado recortes a la ayuda exterior, exigido más gasto militar a sus aliados de la OTAN y promovido acuerdos de paz en Ucrania y Gaza, mientras mantiene firme respaldo a Israel y acciones militares conjuntas contra Irán.
La migración, convertida en eje central de su agenda, ha sido endurecida con más redadas, eliminación del TPS para migrantes de varios países y deportaciones hacia terceros países, incluyendo centros de detención en Guantánamo y cárceles en El Salvador.
El mandatario también ha generado polémica con propuestas como recuperar el control del Canal de Panamá o renombrar el Golfo de México como "Golfo de América".
A nivel interno, Trump logró aprobar un ambicioso recorte fiscal que aumentará el déficit en 2.8 billones de dólares. Sin embargo, enfrenta la ruptura con Elon Musk —quien lo acusa de traición y de estar vinculado al caso Epstein— y una creciente presión de sus bases para desclasificar toda la información relacionada con el escándalo del fallecido financiero.
Con su estilo desafiante y agenda polarizante, Trump enfrenta un segundo mandato lleno de desafíos, incluso entre sus otrora incondicionales.