San Luis Potosí, SLP.- Un foco de insalubridad y abandono recibe diariamente a miles de personas que transitan por el puente peatonal ubicado sobre la carretera 57, justo frente a la Central de Autobuses y el hotel María Dolores. Se trata de una fuga de aguas negras proveniente de una alcantarilla que, tras las recientes lluvias, ha comenzado a derramar líquidos pestilentes sobre la vía pública.
Ciudadanos que caminan diariamente por este paso peatonal denuncian que el problema no es nuevo y que, a pesar de los reportes, el organismo operador del agua, Interapas, ha hecho caso omiso.
“Nos dicen que como no hay casas cerca, no es urgente. Pero esto no se trata sólo de viviendas, es una zona de altísimo flujo peatonal, está la Central, pasan turistas, estudiantes, trabajadores, y hasta unidades de MetroRed. ¿Qué impresión estamos dando?”, reclamó Cristina González, comerciante de tamales en la zona.
El olor fétido es insoportable, comentan usuarios que esperan el transporte público a escasos metros de la fuga. “Uno tiene que taparse la cara con la camiseta para poder respirar”, añadió Julio Menchaca, estudiante que aborda el camión hacia la Zona Industrial.
La negligencia institucional se vuelve aún más evidente al considerar el lugar estratégico donde ocurre esta situación. Este punto es una de las principales puertas de entrada a la ciudad para quienes llegan en autobús. Lejos de ofrecer una bienvenida digna, los visitantes se topan con un charco maloliente y evidente desinterés de las autoridades.
“Esto pasa por la falta de supervisión y mantenimiento. Si esta misma fuga estuviera frente a una colonia residencial, ya estaría resuelta. Pero como aquí solo pasan peatones y no hay votos de por medio, la ignoran”, expresó la vendedora de tamales quien se encuentra cerca de la fuga.
Consultado al respecto, Interapas ofreció una respuesta escueta a través de su área de comunicación, limitándose a decir que “la situación está siendo monitoreada” y que “no representa riesgo inmediato para la salud pública”. Sin embargo, no se comprometieron a una fecha concreta para la reparación.
Este tipo de omisiones por parte de las autoridades encargadas del agua no sólo afecta la imagen de la ciudad, sino que pone en evidencia un patrón de indiferencia hacia los espacios públicos que no están habitados, pero que sí son altamente transitados.
Mientras tanto, las aguas negras siguen escurriendo, y con ellas, también la paciencia de quienes a diario tienen que cruzar por ahí.