La moda también se da en los conceptos políticos e ideológicos de la sociedad. Hoy el populismo es el centro de atención del debate público, genera una gran polémica entre las diferentes posturas partidistas, en las sociales y académicas. Los desacuerdos son de tal magnitud, que es prácticamente imposible llegar a un acuerdo, de quien o quienes son populistas. De manera normal en el debate por clarificar el concepto, nos encontramos con una retórica parcializada de los acontecimientos del pasado, trayéndolos al presente. Creemos que nadie termina por satisfacer a otros, del concepto de populismo, pero si pudiera marcar una diferencia entre lo que es ser popular, líder, cacique, dictador o emperador.
Hay de todo como en botica, el político de derecha que aprovecha las fortunas del capital para hacerse de popularidad, son quienes procuran ir por el camino de aquellos que ostentan los medios de producción, financieros, los de comunicación. El de izquierda, que promete pensiones dignas, bienestar en salud, educación, lucha por los mejores salarios, pero al final se rinden ante el capital, no es una contradicción es solo la formación del mundo económico.
Aquello que todos esperamos de un político, que sea de todo, menos populista, no lo vamos a encontrar, todos aplican discursos para pobres y ricos, para la clase media y a los aspirantes a serlo, suben a un estrado dan un discurso delirante, sabiendo que su voz serán los “hechos del mañana “, cuando todos sabemos que no es así.
Imaginemos a un publico emocionado, ante un personaje vociferante, mujeres, niños, hombres, ancianos, gritando al unísono hurras al por mayor, delirantes ante el “hombre”, ese que los sacará de sus miserias, sean materiales o mentales, los reporteros, procurando sacar la mejor toma y la nota, para después a muchos de ellos llegarle con un “regalito”. Ese hombre en el estrado, es o será el designado para representar al pueblo, es el anti injusticias, el salvador, el guerrero que luchará todas las batallas ciudadanas, pendiente siempre del enemigo sin valores, porque él, es la ética y la moral de un pueblo descarriado.
En el mundo, de pronto se viralizó el ser populista, no se diga en nuestra América, algunos dictan que es un cáncer político, otros lo aplauden, tal vez no es ni tan malo ni tan bueno, es una simple transformación a los canones establecidos, son maneras distintas de hacer gobierno.
El populista descubre villanos, recordemos a Vicente Fox, desaforó a López Obrador, “el peligro para México”, después el turno de Calderón el fantasma que se niega a trascender al más allá político, el traidor ejemplificado en todo el sexenio de AMLO.
El de izquierda busca al enemigo burgués, ricos, políticos de pipa y guante, Estados Unidos, mientras el de derecha odia a Rusia, al comunismo… el monstruo de bajo de la cama, pero para ambos, su objetivo es el ataque directo a quienes les profesan aversión.
Nuestro querido San Luis Potosí, una historia llena de ambigüedades políticas e ideológicas de quienes nos han gobernado en el pasado, revolucionarios pero ricos, no se diga ahora en el presente, no tienen definiciones de nada, se gobierna para alcanzar metas personales.
Tenemos al Gobernador del Estado, Ricardo Gallardo , su estilo personal lo heredo de su padre, en un principio, los enemigos a vencer no eran otros más que la elite potosina enraizada en los gobiernos; al alcanzar la presidencia municipal comienza el coqueteo con los empresarios, esto lo encumbra y aun cuando el Ricardo Gallardo padre perdió ante un candidato nacido de la crema y nata Javier Nava, logra que su primogénito alcance la gobernatura, vencieron a los villanos, hoy muchos de ellos sus aliados. La popularidad crece, la “herencia maldita” se desmorona, en los municipios ya no quedan actores políticos relevantes que le enfrenten, todo es de él, todo lo decide, todo lo concreta, de no ser así, serás su villano favorito, hoy es Enrique Galindo Ceballos.
Un personaje que rompió paradigmas al buscar la presidencia municipal por el PRI, nadie le apostaba. Hábilmente se le cuela al PAN…su partido madre, pero con la camiseta del PRI, gana y establece como principio fundamental para gobernar, la promoción personal ante cualquier acto gubernamental, primero yo y después yo, y sí, le ha dado resultado, repitió un nuevo trienio, todo esto a pesar de su equipo cada vez más desgastado, indolente y perezoso; dicen sus allegados que se comporta como un tal Carreras que fue el gobernador de los modales finos, que en su esquizofrenia, mandaba al psiquiatra a sus colaboradores, muchos de ellos dentro del gabinete capitalino potosino, afirman que el edil, se ha vuelto de regaño fácil y constante, un día sí y otro también, porque a cada fracaso, tiene que pagar propaganda para apaciguar el descontento popular.
Es fácil convertirse en populachero, en ser agradable, en buscar el incentivo de la gente, sin embargo, hoy sorprende que algunas voces dicen que es mejor el pleito entre populistas, porque así existe la competencia para ver quien hace más obra, nada alejado de la realidad, precisamente el populismo ciego enrarece la democracia, sus decisiones caen en la megalomanía, pierde el piso como se dice comúnmente. Es al contrario si se tienen miras altas de ver crecer al Estado, o a la ciudad de San Luis Potosí. Los acuerdos es el principio fundamental de la política, no con caprichos o envalentonamiento de uno y del otro es como se hace ciudadanía. Independientemente de las diferencias políticas, el potosino de a pie no reconoce si es populista o no, el gobernador o el presidente municipal, lo que se desea es el bien común, la aplicación correcta de los recursos, obras bien hechas, diversificar la cultura, combatir la pobreza. Los tiempos de los cacicazgos ya pasaron, vivimos una democracia que debe ser reconstruida en acuerdos y eso paradójicamente, se hará eliminando las tentaciones populistas.
Nos saludamos pronto