Rescatistas peinan este sábado 5 de julio las riberas inundadas llenas de árboles destrozados en la búsqueda de más de dos docenas de menores y muchas otras personas desaparecidas, luego de que una pared de agua descendiera por un río en la región montañosa de Hill Country en Texas. La tormenta dejó al menos 32 muertos, incluidos 14 niños.
En medio de la tragedia se encuentra la historia de esperanza de dos jóvenes mexicanas de 19 años de edad, Silvana Garza Valdez y María Paula Zárate, las cuales salvaron a 20 niñas que estaban a su cargo durante un campamento cristiano que se estaba realizando en la entidad.
Durante una entrevista con Foro TV N+, ambas jóvenes relataron los momentos de tensión que se vivieron en Hill Country ya que la lluvia era tan intensa que no pudieron realizar las actividades que estaban planeadas. Por ello decidieron refugiarse de la lluvia en las cabañas en espera de información oficial.
Silvana compartió que alrededor de las 3 de la mañana se fue la luz en el campamento, por lo que los ventiladores dejaron de funcionar y optaron por resguardar a las niñas más pequeñas para evitar un accidente. Incluso aplicaron una estrategia de supervivencia e identificación.
"Parecía como una película, los vidrios temblaban y lo que hicimos fue ponerles sus nombres en los brazos a las niñas para que pudieran identificarlas", declaró Silvana
Fue hasta la mañana siguiente que Silvana y María fueron informadas que el campamento Guadalupe fue declarado como pérdida total y que comenzarían con las evacuaciones y rescates en las próximas horas. Ambas trataron de tranquilizar a las menores con juegos y pláticas, sin embargo, su angustia las rebasó.
"Es una situación difícil y horrible, nos enteremos después que hay más de 20 niñas desaparecidas y obviamente rezaremos por ellas", declaró María
Unas 36 horas después de las inundaciones, las autoridades aún no han dado un número de cuántas personas en total siguen desaparecidas más allá de las 27 niñas del Campamento Mystic, un campamento cristiano de verano junto al río.
Las destructivas aguas subieron 8 metros (26 pies) en apenas 45 minutos el viernes antes del amanecer, arrasando casas y vehículos. El peligro no había terminado, ya que lluvias torrenciales continuaban azotando comunidades fuera de San Antonio, y las advertencias y vigilancias de inundaciones repentinas seguían vigentes.
“Gracias a Dios estábamos bien, y se pudo rescatar a la mayoría. Nunca entendí la gravedad del asunto", concluyeron