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Tu niño interior

¿Cuántas frases se quedaron sin decir? ¿Cuántas dudas se volvieron cadenas mentales? ¿Cuántas miradas de incomprensión hoy duermen perenes en tu corazón, ya acostumbrado a no sentir, a no expresar, a no pedir? Sé que puede dar mucho miedo mirar hacia adentro, recordar lo no grato, pero es que es un proceso milagroso hacerlo. Muchas desarmonías físicas, dolencias psíquicas y disturbios energéticos vuelven al orden perfecto, cuando los adultos que somos hoy hacemos el viaje de regreso a la infancia y abrazamos a ese(a) pequeño(a) que fuimos. ¡Tiene tanta información! Si le escuchamos con atención plena y verdadero interés, podemos incluso recibir de esa tierna sabiduría, las respuestas para resolver problemas actuales. Quedarse con hambre de atención, insatisfacción, anhelos decepcionados, deseos no cumplidos o un acompañamiento adecuado en la infancia, crea situaciones y circunstancias desfavorables, que se repiten cíclicamente. A veces, allí están los orígenes de nuestro malestar. ¿Recuerdas alguna fotografía o imagen mental de cuando eras pequeñito(a)? ¿Qué ropa llevabas, que te gustaba, que te dolía? ¿De quién, de que adulto hoy aún, espera atención, cobijo, comprensión o amor? Cuando te imaginas esa escena, a ti de niño(a), en ese lugar que también habla y expresa; ¿Sonríes o tus ojos están tristes? ¿Quién te hacía sentir mal? ¿Qué te asustaba? ¿Qué te llamaba la atención? ¿Tuviste una cálida y adecuada aprobación de tu ser esencial, de tu autenticidad o te obligaban a uniformarte y ser como el resto? ¿Cómo te sentías en los grupos sociales, en tu escuela o en la familia? Te viene ahora alguna sensación en el cuerpo ¿cierto? y tal vez quieras mejor mirar hacia otro lado. Pero ¿Cuánto tiempo más? Ese nene o nena, te necesita. Te necesita muchísimo el día de hoy. Puedes dejar que te escriba una carta con tu mano izquierda si eres diestro o con la derecha si eres zurdo. Después leerla en voz alta frente al espejo y observar tus gestos y sensaciones. Es posible que se creen milagros y magia después de esta experiencia. Después de experimentar este encuentro sagrado, entonces, puedes con tu otra mano, contestarle con muchísimo amor desde la persona adolescente o adulta que eres hoy. Puedes conectar con la Sabiduría de tu Alma y explicarle a ese infante que hoy, estás aquí para Él o Ella. Decirle que, desde este momento, te haces cargo de sus necesidades biológicas, físicas, materiales, emocionales, espirituales, energéticas y también de cumplir sus deseos y anhelos del Alma. Puedes consolarle, abrazarle, protegerle. Llévate a ese(a) chiquito(a) a un lugar hermoso y seguro, en dónde resurja como un niño o niña dorado(a), espontaneo(a), divertido(a), alegre y feliz. Cuando se crea esa conexión, entre tu hoy adulto(a) y tu niño(a) interior, la vida amigo(a) querido(a), se torna muy distinta. Lo he visto innumerables ocasiones en el acompañamiento de procesos de sanación. Es recuperarte a ti mismo(a), volver a abrazar un fractal de tu Alma que quedó congelado y olvidado. Y te lo mereces, por supuesto que es justo que te escuches y contemples la belleza de tu inocencia. Es menester que re-conectes con la estrella de tu existencia, con lo que te mueve, te gusta, te inspira y te llama la atención. Los(as) niños(as) están un poco más cerca del cielo y por ende, en contacto con el Espíritu infinito de amor. Es por eso que tu niño(a) interno guarda los secretos de tu Alma. Si sientes desanimo, falta de motivación, dolor o tristeza, la clave está posiblemente en ir a recuperar el hilo que te saque del laberinto mental. Adentro, muy adentro de tu corazón está sentadito(a) esperándote. Quiere ser visto(a) en todo su potencial, desea que vayas a resolver lo que aún yace en tus entrañas como un conflicto o una herida y a continuar con el mensaje que has traído a la tierra, como ser único. Sentirte por fin, calientito(a), abrazado(a), realmente mirado(a) será un momento de regocijo y algarabía y sentirás paz cuando la conexión logre que las piezas de tu Ser encajen perfectamente para seguir tu camino. Te amo mi niño(a). Eres perfecto(a) tal y como eres. Tienes permiso de expresarte y me gusta escuchar tu pensamiento y tus emociones. Estoy aquí para ti. Me importas y lo que no pudieron darte o no supieron cómo, yo que te conozco, te lo daré con todo el amor que mi Alma puede brindar en luz. Y entonces mira su rostro y observa como el hielo de un corazón adulto se vuelve flores, fragantes y nuevas flores en el jardín de tu Alma.
Gracias por caminar juntos.

 

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