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Carisma engañoso

Miguel Ángel Sosa | 30/06/2025 | 09:29

Twitter: @Mik3_Sosa

¿Alguna vez te ha caído bien alguien "a primera vista" sin saber realmente por qué? ¿O has confiado más en una persona atractiva solo por su apariencia? No estás solo. Esto tiene nombre: el Efecto Halo, un sesgo cognitivo que moldea silenciosamente nuestras decisiones, relaciones y percepciones. Descrito por primera vez por el psicólogo Edward Thorndike en 1920, este fenómeno demuestra cómo una característica positiva —como la belleza o la simpatía— puede proyectar una “luz” que distorsiona la evaluación de otros aspectos de una persona, como su inteligencia, ética o competencia.

A lo largo del tiempo, este sesgo ha sido documentado en áreas tan diversas como el entorno laboral, la política, la educación y las relaciones personales. Investigaciones han mostrado que personas consideradas atractivas tienden a recibir mejores calificaciones, más oportunidades laborales y hasta condenas judiciales menos severas. Esto plantea una pregunta incómoda: ¿qué tan justos somos realmente cuando evaluamos a los demás?

Los expertos coinciden en que el Efecto Halo opera de manera inconsciente, lo que lo vuelve aún más peligroso. “Nuestra mente busca coherencia y simplificación”, explica Daniel Kahneman, psicólogo ganador del Nobel. “Al enfrentarse a información limitada, rellena los vacíos con suposiciones”. Así, terminamos creyendo que alguien “agradable” también debe ser competente, cuando ambas cualidades no tienen una relación lógica necesaria.

En la vida cotidiana, este sesgo puede llevarnos a decisiones erróneas: contratar a alguien por su carisma en lugar de su capacidad, elegir líderes por su presencia escénica y no por sus propuestas, o incluso idealizar parejas que no conocemos realmente. Este halo, por muy encantador que parezca, puede convertirse en una sombra que nos impide ver con claridad.

No obstante, reconocer este fenómeno es el primer paso para superarlo. La autoconciencia, combinada con herramientas como la retroalimentación objetiva, la observación deliberada y la práctica de la empatía, puede ayudarnos a tomar decisiones más justas. Y si antes de emitir un juicio, nos detuviéramos a preguntar: ¿Qué evidencia real tengo de esto que estoy asumiendo?

Este enfoque tiene implicaciones profundas en la forma en que educamos, seleccionamos personal y cultivamos relaciones. Fomentar una cultura donde se valore la profundidad sobre la apariencia, lo auténtico sobre lo superficial, no solo mejora nuestras relaciones, sino que promueve una sociedad más equitativa y compasiva.

En tiempos donde la imagen parece reinar —impulsada por redes sociales y filtros— cuestionar el Efecto Halo es más necesario que nunca. Enfrentar nuestros sesgos no es sencillo, pero como señala Carl Jung: “Hasta que no hagas consciente lo inconsciente, seguirá dirigiendo tu vida y lo llamarás destino”. ¿Estamos listos para mirar más allá del brillo?