Mientras el expresidente Donald Trump endurece la frontera con México y se enfoca en conflictos en Medio Oriente, el gobierno de Vladimir Putin avanza en una estrategia geopolítica de largo alcance: establecer un corredor estratégico entre Yucatán, Cuba y Rusia.
Este plan, confirmado por Aleksey Valkov, director del Foro Económico Internacional de San Petersburgo en entrevista con Proceso, busca replicar el modelo de colaboración que Rusia ya aplica con India: inversiones escalonadas en sectores clave como energía, infraestructura, conectividad y transferencia tecnológica.
Putin ya ha manifestado su interés en suministrar gas natural licuado (GNL) a México, compartir tecnologías de extracción en zonas geológicamente complejas, y cooperar en el desarrollo energético, incluyendo la planta nuclear Laguna Verde y la posible instalación de reactores modulares pequeños.
La estrategia tomó forma en abril de 2025 con un foro de negocios en México que reunió a 300 empresarios rusos. En junio, durante el Foro de San Petersburgo, se formalizaron nuevas propuestas dirigidas al gobierno de Claudia Sheinbaum, con énfasis en aprovechar el nuevo ciclo político mexicano y su reforma energética.
Además de lo económico, el plan incluye una ruta aérea directa Moscú-La Habana-Mérida, que funcionaría como una vía de negocios e intercambio comercial, más allá del turismo.
El simbolismo del triángulo geopolítico es fuerte: Cuba es el principal aliado del Kremlin en la región, y México, el socio comercial más importante de EE.UU., aparece como un punto clave para el nuevo ajedrez ruso en América Latina.
En paralelo, se cumplen 135 años de relaciones diplomáticas entre México y Rusia, y se consolida un acercamiento que ha venido creciendo desde el sexenio de AMLO. La inversión rusa en México pasó de 2.8 millones de dólares en 2022 a 86.4 millones en 2024, según la Secretaría de Economía.
En este contexto, también destaca un movimiento que generó alarma internacional: en junio de 2024, Rusia realizó ejercicios militares cerca de la península de Yucatán tras la llegada del submarino nuclear Kazán a Cuba.
La apuesta rusa avanza: con foros, energía, cultura y diplomacia, Moscú busca consolidar su influencia en la región, mientras Washington mira hacia otro lado.