Durante la temporada 2024-2025, México registró la cifra más alta de muertes de ballenas grises (Eschrichtius robustus) desde que se lleva el monitoreo: 92 ejemplares fallecieron tras recorrer más de 10 mil kilómetros desde Alaska hasta Baja California Sur, donde año con año arriban para reproducirse. Así lo informó el doctor Jorge Urbán, de la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS), quien advirtió que esta crisis revive los peores momentos del Evento de Mortalidad Inusual (UME) que redujo en un 40% la población del Pacífico Norte.
El deterioro se asocia al cambio climático, que ha provocado la escasez de alimento en el Ártico. La doctora Gisela Heckel, del CICESE, explicó que la falta de anfípodos —pequeños crustáceos base de su dieta— ha dejado a las ballenas flacas y débiles. Esta condición las vuelve más vulnerables a colisiones, redes de pesca y ataques de orcas.
Además, los nacimientos también se desplomaron: solo se contabilizaron 85 crías, el nivel más bajo desde que existen registros. En contraste, en 2004 nacieron mil 628 ballenatos.
Frente a esta emergencia, la organización Costa Salvaje refuerza su trabajo de conservación en la Laguna San Ignacio, mientras PRIMMA ha solicitado a Semarnat que la ballena gris sea elevada de “protección especial” a “especie amenazada” en la NOM-059. El llamado es urgente: la supervivencia de esta emblemática especie está en riesgo.
