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Disfagia, cuando tragar se convierte en un riesgo para la salud

EFE | 17/06/2025 | 14:30

La disfagia es un trastorno de la deglución que impide o dificulta el paso seguro de alimentos y líquidos desde la boca hasta el estómago. Nuevo post de los expertos del blog “Salud y prevención”.
 
Aunque muchas veces la disfagia o trastorno al tragar se asocia a etapas avanzadas de enfermedad, en realidad puede manifestarse de forma más común y discreta, afectando a personas que no han sido diagnosticadas y que ven alterada su calidad de vida sin saber por qué.
 
La logopeda Adriana Iglesias, profesional del Servicio de Logopedia de la Unidad de Neurorehabilitación del Hospital Quirónsalud Miguel Domínguez, explica: “La disfagia es una alteración en el manejo del bolo alimenticio y en el paso de este desde la boca hacia el estómago”.
 
Por ello, una persona con disfagia manifiesta dolores al tragar, tanto alimentos sólidos como líquidos e, incluso, su propia saliva.
 
Asimismo, la especialista apunta: “Lo más importante es no normalizar los síntomas. Comer con miedo no es normal, y toser al tragar puede ser el primer aviso de un problema que requiere atención médica”.
 
Este trastorno afecta especialmente a personas mayores y a pacientes con enfermedades neurológicas como el párkinson, el alzhéimer o tras haber sufrido un ictus.
 
Sin embargo, la disfagia también puede aparecer como consecuencia de ciertos tratamientos oncológicos en cabeza y cuello, o tras intervenciones quirúrgicas en esa zona. Lo que todas estas situaciones tienen en común es una alteración en la coordinación y fuerza de los músculos que participan en el acto de tragar.
 
La disfagia, un problema no solo físico
El problema, sin embargo, no es solo físico. Muchos pacientes desarrollan miedo o ansiedad ante la comida. Comienzan a evitar determinados alimentos, reducen las cantidades, comen lentamente y en silencio, en un intento de prevenir incidentes.
 
En los casos más graves, la disfagia puede conducir a desnutrición, deshidratación o infecciones respiratorias recurrentes, como la neumonía por aspiración, que se produce cuando restos de comida o líquido penetran en la vía respiratoria.
 
Los síntomas
 
Uno de los síntomas más frecuentes, y a menudo subestimado, es la tos durante o después de las comidas, especialmente al ingerir líquidos.
 
Otros signos de alerta de la disfagia pueden ser la sensación de que los alimentos “se quedan atascados” en la garganta, la necesidad de tragar varias veces para pasar un bocado, el babeo involuntario o incluso una pérdida de peso inexplicada.
 
Diagnóstico y tratamiento
 
El diagnóstico de la disfagia requiere una valoración clínica detallada, que puede incluir pruebas complementarias como la videofluoroscopia, una técnica radiológica que permite observar en tiempo real el recorrido de los alimentos por la garganta, o la endoscopia de deglución. Estas herramientas ayudan a determinar si hay una alteración en las fases del proceso de deglución y cuál es su causa.
 
Una vez confirmado el diagnóstico, el tratamiento debe adaptarse a cada paciente.
 
En casos leves, basta con modificar la dieta y aprender ciertas estrategias posturales que faciliten la deglución.
 
En otros, se recurre a la rehabilitación mediante ejercicios específicos dirigidos a fortalecer los músculos implicados. Cuando la disfagia supone dificultades para tragar graves y persistentes, puede valorarse el uso de una sonda de alimentación, aunque esta medida suele reservarse como último recurso para este trastorno.
 
Tragar es un acto cotidiano al que no damos importancia… hasta que empieza a fallar. Identificar precozmente los síntomas de disfagia permite evitar complicaciones serias y mejorar de forma significativa la calidad de vida de los afectados.
 
La sensibilización es clave para que tanto pacientes como familiares puedan reconocer a tiempo los signos de alerta y consultar con un especialista.
 
En salud, también comer sin miedo es una señal de bienestar.