San Luis Potosí, SLP.- En una ciudad donde las mujeres representan el 51.7% de la población y los hombres el 48.3%, el volante no distingue género. Las mujeres potosinas manejan todos los días: para ir al trabajo, llevar a sus hijos a la escuela, hacer sus entregas, manejar como In-Drivers, Uber, o taxistas. Y aunque conducen con responsabilidad, también enfrentan peligros cotidianos que muchas veces pasan desapercibidos.
“La glorieta es complicada… para salir hacia la carretera a Rioverde y Matehuala, de verdad es muy difícil, a veces no sabes por dónde meterte sin arriesgarte”, comenta Lucía, madre de dos niños, que cada mañana recorre la ciudad para llevar a sus hijos y luego atender su negocio en casa.
“El Camino al Río Santiago es un cruce peligroso, sobre todo para nosotras que vamos solas o con niños. Es una zona que siempre me pone nerviosa, porque hay tramos muy mal señalizados y con mucho tráfico pesado”, añade Alejandra, conductora de la aplicación.
Estas voces forman parte de una serie de entrevistas realizadas a mujeres potosinas que, día con día, enfrentan la vialidad de la ciudad desde una perspectiva que no siempre se toma en cuenta. Para muchas, conducir en San Luis Potosí no es solo una rutina, sino una actividad en la que deben estar alerta constante por su seguridad y la de sus familias.
De acuerdo con cifras locales, en San Luis Potosí existen más de 600,000 vehículos registrados. Tan solo entre 2023 y 2025, se han reportado más de 7,000 accidentes viales, cifra que pone en evidencia la necesidad de mejorar la seguridad en las calles.
Aunque no hay datos específicos en la ciudad sobre la proporción de accidentes causados por género, las tendencias nacionales, como las reportadas por la NHTSA (Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en Carreteras de EE. UU.), indican que los hombres están significativamente más involucrados en accidentes de tráfico que las mujeres. Esto se asocia a comportamientos de riesgo como exceso de velocidad, conducción bajo los efectos del alcohol, y maniobras agresivas.
En contraste, las mujeres tienden a tener estilos de conducción más defensivos y con precaución a los hijos, respetando los límites de velocidad y evitando riesgos innecesarios. Sin embargo, cuando se ven involucradas en accidentes, son más propensas a sufrir lesiones, debido en parte a que los estándares de seguridad vehicular históricamente han sido diseñados con base en cuerpos masculinos.
Las entrevistadas coincidieron en señalar algunos puntos críticos en la ciudad, donde la inseguridad vial se percibe con mayor intensidad desde su experiencia como mujeres:
• Glorieta Benito Juárez: especialmente difícil para salir hacia carretera a Matehuala o Río Verde.
• Camino al Río Santiago: falta de señalización, iluminación deficiente y tránsito de carga pesada.
• Intersecciones de alto flujo sin semáforos eficientes, donde no hay infraestructura pensada en mujeres, peatones o personas con niños.
“Nosotras no solo manejamos, llevamos niños, hacemos mandados, trabajamos, necesitamos calles más seguras, no solo para evitar accidentes, sino para sentirnos tranquilas”, dice Maribel, trabajadora social que recorre varias colonias en su coche cada semana.
Los datos también muestran que los hombres reciben más multas de tránsito por infracciones graves como exceso de velocidad, saltarse semáforos, o conducir en estado de ebriedad. Según estudios, ellos protagonizan hasta el 80% de los accidentes mortales relacionados con el alcohol. Las mujeres, aunque también cometen infracciones, suelen recibir multas por faltas menos peligrosas como mal estacionamiento o trámites administrativos.
Este panorama revela que la seguridad vial no solo es una cuestión técnica, sino también de cultura, género y prevención. Las mujeres, pese a ser más cuidadosas, siguen siendo vulnerables en un sistema que no siempre ha pensado en ellas.
La seguridad vial con enfoque de género no es solo un ideal, sino una necesidad urgente. Implica repensar el diseño de nuestras calles, mejorar la infraestructura, ofrecer educación vial diferenciada y considerar las distintas formas en que hombres y mujeres se mueven por la ciudad.
San Luis Potosí, con una población que supera 1.2 millones de habitantes en su zona metropolitana, enfrenta el desafío de diseñar una movilidad más inclusiva. Porque detrás del volante no hay solo conductores, sino personas que cuidan, trabajan, transportan, educan y se enfrentan a un sistema vial que debe evolucionar.
La voz de las mujeres al volante no puede seguir siendo invisible. Ellas ya están en las calles, conduciendo, sorteando riesgos y proponiendo cambios. Y si queremos un San Luis más seguro, su mirada debe estar en el centro de cualquier estrategia de movilidad.