plano informativo

Injusticia

Que belleza de universo ideal sería aquel, en el que cada Ser fuera visto, validado y mirado en su esencia. Una utopía de adultos que han integrado su sombra y que alientan a otros y ayudan a los más pequeños(as) a hacerlo. Pero aún habitamos un mundo creado a partir de las creencias de un ego colectivo herido.

Entonces, heridos, herimos. Posiblemente la injusticia más grande que exista sea la de ser desfavorecido(a) en relación a otros. Si cada uno de los seres sintientes en este planeta fuesen vistos con el valor que tienen, ¿A caso pudiese existir alguna situación de tiranía? Empezando por el hogar, si los Padres o cuidadores a pesar de sus diferentes conexiones con sus hijos y de alguna manera su inclinación natural por carácter o personalidad hacia alguno de sus descendientes, estuviera consiente de no hacer preferencias o de no proyectar su herida del ego en su prole, es muy probable que no se abriera la herida de injusticia en esos pequeños(as) que después, serán adultos que estén inscritos en un mundo de separación y de una vida de rigidez y perfeccionismo tortuoso, del cual es muy difícil salir.

Porque si un niño o niña, es comparado(a), tiene que luchar más que sus hermanos(as) o compañeros(as) escolares para obtener el mismo reconocimiento, mirada o felicitación de los adultos responsables a su cuidado, de mayor, vivirá escindido(a), con una mente que recrea desigualdades, favoritismos, discriminación y arbitrariedad. Y que cansado es llevar una máscara de rigidez, de robótica y obsesiva cotidianeidad en la que está prohibido salirse del personaje, para no terminar siendo injusto(a) con otros, pero terminar siéndolo con Él o Ella mismo(a). Porque es injusto no permitirse descansar, de vez en cuando comer un pedazo de pastel más grande, ser espontaneo(a), flexible y fluir más en el mar de la confianza hacia los otros y hacia sí mismo(a). Por ejemplo, ser los hijos legítimos(as), en una familia en donde el Padre tiene más hijos con otras mujeres, a quienes nunca ve y no les sustenta, crea una herida profundísima, en quien disfrutó de la presencia física, económica y emocional de ese Padre, que para otros fue únicamente ausencia que dolió. Y esas personas, que, aunque no lo sepan de cierto, lo intuyen en el Alma y entonces se castigan, cierran sus manos al cielo, a la providencia, a los milagros, al disfrute, porque es injusto, porque es natural en un Ser humano empático y con cierta conciencia, no desear para sí mismo(a) lo que no tienen los demás.

Toda calumnia de superioridad de unos sobre otros, creencias sectarias, dominación o cualquier otro tipo de maldad, abre heridas de injusticia, porque dime; ¿Qué violencia es justa? Ser cosificado, de cualquier forma, disminuido(a), excluido(a), exiliado(a) por falta de malicia, es decir, por representar, simbolizar o ser en esencia un sujeto vulnerable, inocente, pacifico(a), indefenso(a) o en condiciones de una fuerza bruta menor, es siempre injusto. ¿Te has puesto a pensar en cuantas injusticias habrán vivido tus ancestros(as)? ¿Puedes mencionar ahora mismo algunas cuantas?

La guerra, los fraudes, los abusos, el control, la esclavitud y todos los usos y costumbres a las que en antaño se les llamó tradición y eran inmolaciones y linchamientos, a veces también psíquicos y emocionales. ¿Sabes que toda esa información reposa en tu inconsciente hasta que no la miras con respeto y la dejas en el pasado con honra? Si han existido personas que han sido sumamente injustas con tus Padres, por ejemplo y son historias que tu no conoces, es posible que algo muy interno en ti se despierte como una rabia que quiere morder a quien es aprovechado(a), desde una posición de poder con quien no puede defenderse. Y esto se extiende no solamente a nuestra especie, sino que a las demás especies y reinos en la tierra. Y ¿Sabes lo que no es utópico? Hacerte justicia a ti mismo(a). Mirarte, escucharte, validarte, amarte, defenderte desde la dignidad, el estoicismo y también con el corazón. Ser quien eres, no quien los demás te imponen desde una sinrazón, es el acto de justicia más bello que podrás vivir y disfrutar en esta existencia. Hacerte justicia es caminar en el sendero que te ilumina la vida, que te hace sonreír, que te llena el Alma.

El tuyo propio, tu Destino, conectado(a), siéndote fiel. ¿Qué haces con tus circunstancias, si observas que en efecto existen adversidades en tu historia? Sanar es una opción y esta herida se sana con aceptación, con permitirte salir de la coraza de una rigidez mental, que castiga desde el dogma. Reconocerte, valorarte, trabajar en tus buenos hábitos y no permitir en adelante tiranías o autoritarismos internos o externos, serán bálsamos medicinales que te convertirán en una persona que ya eres, recta, honesta y por supuesto justa, pero sin sufrimiento. Lo justo querido(a) amigo(a) es que mires tu esencia como el perfume del Alma único y hermoso, que deja en esta tierra, la hermosa fragancia de tu autenticidad.

Gracias por caminar juntos.

Tu terapeuta.

 

OTRAS NOTAS