Desde el estreno de Daniel y Ana en 2009, Michel Franco ha mantenido una cadencia de trabajo constante: en quince años ha dirigido nueve largometrajes. Ese ritmo -una película aproximadamente cada dos años- no responde a una estrategia de producción, sino a un impulso personal que, según él, se ha vuelto inevitable.
"Me gusta lo que hago, esa es la principal razón. Hace 15 años me costaba mucho trabajo escribir o animarme a escribir. Representaba un reto tremendo y ahora me gusta, lo disfruto.
"No quiere decir que sea fácil, pero cuando me propongo tomarme unas vacaciones de dos meses, a las dos semanas ya estoy otra vez escribiendo. Se da de manera natural. Valoro mucho que pueda hacer una película cada que creo que estoy listo para hacerla", dijo en una entrevista con GENTE, concedida en el marco del Festival Internacional de Cine en Guadalajara.
Ahí mismo, tras ofrecer una masterclass como parte del programa de mentorías Talents Guadalajara y hablar sobre Dreams -su nueva película filmada entre San Francisco y Ciudad de México-, mencionó que ya está escribiendo un nuevo proyecto, aunque prefirió no adelantar detalles por ahora.
"No es por mantener el misterio, nada más es porque me doy la oportunidad. Sé que todo puede cambiar mucho de aquí a que lo haga, entonces luego tendría que estar explicando por qué ya no fue así", dijo con una tenue sonrisa.
Filmar fuera de México se ha vuelto una constante en su trabajo. En años recientes ha colaborado con actores internacionales como Tim Roth (Chronic, Sundown) y Jessica Chastain (Memoria, Dreams), en producciones rodadas total o parcialmente en el extranjero.
Con Dreams, retomó esa dinámica, y todo indica que continuará por ese camino.
"Sí, estoy en pláticas con actores americanos otra vez. Probablemente acabe filmando parte allá y parte acá".
Toma distancia por concentración
El entorno político y económico de Estados Unidos -incluyendo la amenaza de nuevos aranceles promovida por el equipo del Presidente Donald Trump, para producciones hechas fuera del territorio- es un tema del que prefiere mantenerse al margen. No porque no le preocupe, sino porque afirma que no puede permitirse desviar su atención.
"No me lo tomo muy en serio hasta que se materialicen los cambios porque ya de por sí me estresa y pierdo la concentración en lo que debo hacer. Si trato de adivinar qué rumbo van a tomar esas cosas que no controlo, me vuelvo loco".
Esa concentración, sin embargo, ha tenido un costo. Él mismo admite que su ritmo de trabajo constante lo ha distanciado de colegas y círculos profesionales.
"El costo que me ha pasado hacer una película al año o cada dos años ha sido que me ha aislado un poco. Por eso me gusta venir a estos eventos (el FICG), para no perder contacto del todo".
Ese aislamiento, dice, no es una estrategia, pero sí le ha traído una especie de equilibrio emocional.
"Me ha quitado mucha ansiedad como escritor ver más hacia adentro que hacia afuera", confesó.
El hábito de pensar en la siguiente película mientras aún edita la anterior no es nuevo para él. Lo aprendió desde sus primeras apariciones en festivales internacionales.
"Los fui aprendiendo. Me acuerdo que desde que fui a Cannes, por ejemplo, la historia de Tim Roth, cuando fui con Después de Lucía, ya sabía cuál era mi siguiente película porque pensaba en que no quería desaprovechar una oportunidad como Cannes sin tener algo que filmar.
"Yo creo que siempre mi naturaleza era saber qué es lo que sigue, de lo que sigue, de lo que sigue. Y ahora tengo ya esa calma que me da tener muchos proyectos alineados, pero no lo platico con nadie, solo es un proceso personal".
Aplaude a su hermana
Durante su paso por el festival, también acompañó el estreno de Doce Lunas, la ópera prima de su hermana Victoria Franco, presentada días antes en el Festival de Tribeca. Aunque ambos crecieron con las mismas influencias, su estilo de realización, dice Michel, es completamente distinto.
"Le tomó muchos años hacer esta película. Yo la encuentro muy distinta a lo que yo hago. Me interesa ver cómo va a reaccionar el público", dijo sobre el proyecto que él produjo.
Valora especialmente la forma en que su hermana ha construido su debut, sin dejarse llevar por expectativas externas.
"Hace lo que quiere y no se deja llevar por tendencias de ningún tipo o por opiniones de nadie, y eso me gusta mucho de ella", confirmó sobre su también colaboradora asidua.
Ambos, junto con su hermana mayor, crecieron en una casa donde la música y el cine fueron presencias constantes, aunque en su caso, la primera obsesión fue sonora.
"De manera natural en la casa empezó a haber mucho cine y mucha música, antes la música. A los 12 años empecé a comprar discos de los Beatles, no sé por qué, y de ahí a todo lo demás. Y de ahí al cine y como que se volvieron obsesiones que predominaban ahí en la casa.
"Yo también tenía una banda y tocaba la guitarra pero éramos malos. Entonces no era como que o sea, tampoco fue una frustración, pero sí fue una manera de acercarme primero por ahí", agregó.