DICEN UN VIEJO REFRÁN QUE: “NO hay fecha que no llegue, ni plazo que no se cumpla” y después de un tormentoso proceso, por fin llegó el último clavo del ataúd de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y del Poder Judicial que fueron parte importante de la transición democrática de México.
LA SCJN QUE ESTÁ PRÓXIMA A fenecer, surgió en el sexenio de Ernesto Zedillo, su transformación obedeció a la búsqueda de un órgano más profesionalizado, ajeno a los procesos políticos, por lo que se fortaleció su independencia y autonomía frente al Poder Ejecutivo, al tiempo que se estructuraba un sistema de pesos y contrapesos, en el que el Poder Judicial sería la balanza entre los órganos del Estado.
SIN LUGAR A DUDAS, LA SCJN surgida con la reforma de aquel diciembre de 1994, fue la adecuada para la transición política, su alejamiento de la partidización del sistema político le permitió ser un equilibrio en un país que se polarizaba y que por ende los actores políticos perdían la capacidad de interlocución; fue un órgano incómodo para todos los gobernantes, pero procuró no romper el equilibrio del que formaba parte.
SIN EMBARGO, ESA TRANSICIÓN democrática no llegó al puerto que se trazó en un primer momento, el 2018 fue un sismo que sacudió las entrañas del sistema político y que buscó desmantelar todo rastro de un sistema equilibrado del poder público, de ahí que comenzara un proceso de destrucción institucional que llegó a su punto culminante el pasado 1º de junio.
EN EL ALTAR DE LA DEMOCRACIA que quisieron representar con las urnas, se sacrificó al Poder Judicial, ahí con una participación del 13% del Padrón Electoral se transformó una tercera parte de la estructura orgánica de los poderes federales; y con una mayoría abrumadora de votos nulos, se confirmó la conquista del último contrapeso que puso freno a los deslices antidemocráticos de los gobiernos de la transición.
ESTA NUEVA SCJN NO TIENE correas de transmisión con el Poder Ejecutivo, ya que dichos canales comunicantes fueron intercambiados por lazos que tendrán maniatados a los juzgadores; y el problema que veremos en muy poco tiempo, que esos lazos no son solamente con la presidencia y las gubernaturas, sino que pueden ser con aquellos actores que mostraron su capacidad de movilización política o incluso económica para cualquiera de los contendientes.
ESTA ES LA SCJN QUE QUERÍAN, que los hace sentir cómodos, aquella en la que tienen una abrumadora mayoría, una que está conformada con 90% de lealtad y solamente 10% capacidad; aquella que no tendrá ni la intención, ni la posibilidad para cuestionar con razonamientos jurídicos, ya que estos fueron sustituidos por argumentos políticos; esta es la Corte que la cuarta transformación ideó, aunque en el camino se hayan olvidado de aquellos ideales del juarismo que juran recordar.
LO QUE SE VIVIÓ EN LAS URNAS hace unos días no es una fiesta democrática, sino un retroceso para la misma; ya que fue el desmoronamiento institucional de un órgano imperfecto, pero que de los tres poderes de la Unión, fue el que más avanzó en la instauración de un servicio civil de carrera que premiara la meritocracia y redujera la cultura del botín; fue la caída del brazo del Estado que debía brindar seguridad jurídica a los ciudadanos, que permitiera el desbordamiento del poder público y que coadyuve a la gobernabilidad, mediante la impartición de justicia.
ROTA LA PROMESA DE UNA reforma que trajera justicia para los más vulnerables, pues lo que tenemos solamente propiciará el encarecimiento de la misma, ampliando las brechas de desigualdad; aquella promesa de reforma que permitiera vincular a la justicia con la sociedad, no se cumplirá, porque en su lugar colocan a un órgano inmiscuido en las entrañas del sistema político que atará a los juzgadores a los designios de los poderes reales y fácticos.
AQUELLA PALABRA EMPEÑADA DE una mejor justicia, solo será una promesa más otorgada por aquellos que hoy son vulgares ladrones de esperanzas.
CONSUMMATUM EST, YA NO HAY nada que hacer, ni lamentarse es bueno; solamente queda la esperanza de que, en breve tiempo, después de ver el desastre que deja a su paso esta reforma, pueda erigirse de entre las cenizas un Poder Judicial que considere aquella reforma tan postergada y que en verdad resuelva aquellos males que, en la materia, atraviesa nuestro país.