Milenio | 08/06/2025 | 13:12
Este mes, el famoso estudio de animación japonés Studio Ghibli celebra su 40 aniversario. Con dos premios Oscar y millones de fans alrededor del mundo, sus películas (completamente dibujadas a mano) siguen enamorando por sus historias únicas y su inconfundible estilo visual.
Fundado en 1985 por Hayao Miyazaki e Isao Takahata (fallecido en 2018), Ghibli se convirtió en un fenómeno global gracias a clásicos como Mi vecino Totoro (1988) y la premiada El viaje de Chihiro (2001).
“La historia es cautivadora y los dibujos son magníficos”, cuenta Margot Divall, una seguidora de 26 años que asegura ver Chihiro unas diez veces al año.
El estudio recibió recientemente su segundo Óscar por El niño y la garza (2023), elegida como mejor película animada en 2024. Y su estilo es tan reconocible que ha sido replicado por herramientas de inteligencia artificial, lo que ha reavivado debates sobre derechos de autor.
Aunque muchos ven las películas de Ghibli como dulces y encantadoras, en realidad abordan temas profundos y a veces sombríos. Goro Miyazaki, hijo de Hayao, lo explica así: “No hay solo dulzura, también hay amargura... un olor a muerte que atraviesa muchas obras”.
Incluso Totoro, con sus simpáticos espíritus del bosque, es en parte una historia sobre el miedo a perder a un ser querido.
La profesora Susan Napier, autora del libro Mundo Miyazaki, destaca que las películas del estudio no presentan el clásico enfrentamiento entre el bien y el mal, sino que muestran un mundo más ambiguo y complejo, donde la luz y la sombra conviven.
Un ejemplo es Nausicaä del Valle del Viento (1984), considerada la primera obra de Ghibli. En ella no hay un villano claro, y la protagonista —una joven princesa fascinada por insectos gigantes y un bosque tóxico— rompe con los clichés tradicionales.
Las películas de Ghibli construyen mundos donde la naturaleza, los espíritus y los humanos están profundamente conectados. La princesa Mononoke (1997), por ejemplo, es una historia intensa y oscura sobre el conflicto entre el progreso humano y la defensa del medioambiente.
Para Napier, estas películas tienen un fuerte mensaje ecológico y espiritual, muy vigente en un mundo afectado por el cambio climático. Tanto Miyazaki como Takahata estaban también muy comprometidos políticamente
“Cada vez que vuelves a ver una película de Ghibli, descubres algo nuevo”, dice Miyuki Yonemura, académica japonesa experta en animación. “Por eso hay niños que pueden ver Totoro decenas de veces”.
Parte del secreto de Ghibli está en su apertura a otras culturas. Tanto Miyazaki como Takahata se inspiraron en autores y artistas extranjeros como Antoine de Saint-Exupéry, Paul Grimault y el canadiense Frédéric Back
Takahata, en particular, estudió literatura francesa, lo que influyó mucho en su enfoque narrativo. Y Nausicaä toma su nombre de la mitología griega, mientras que su historia se nutre de leyendas japonesas antiguas.
Con Hayao Miyazaki cerca del retiro a sus 84 años, el futuro de Studio Ghibli es incierto. Muchos se preguntan si surgirá alguien capaz de continuar su legado.
Aun así, los fans mantienen la esperanza. “Ghibli seguirá vivo mientras no pierda su belleza ni el amor con el que fue creado”, dice Margot Divall.
Y es que, más allá de la animación, Ghibli nos ha regalado un universo donde la emoción, la imaginación y la humanidad se sienten más reales que nunca.