NO ME CANSO DE SEÑALAR LA hipocresía de muchos personajes ligados a la llamada “Cuarta Transformación”. Cuando estaban en la oposición, clamaban por la libre manifestación de ideas, por la tolerancia y el respeto a la diversidad de opiniones. Decían oponerse a la represión. ¿Qué pasó cuando llegaron al poder? Nada más y nada menos que comportarse como los mismos autoritarios que tanto criticaban.
EL CASO DE GERARDO FERNÁNDEZ Noroña es el ejemplo más claro de esta transformación grotesca. Político de Morena, prepotente por vocación, arrogante por costumbre e incongruente hasta la médula. Ha hecho de la confrontación y el insulto su marca personal.
PARECE CREER QUE SER SENADOR le da licencia para gritarle a todo el mundo, para insultar a quien no piense como él, para hacer berrinches públicos. Lo mismo se pelea con estudiantes, con la prensa o con sus propios compañeros de partido. Siempre busca tener la última palabra, como si el Congreso fuera un ring de lucha libre o un programa de espectáculos.
LO MÁS INDIGNANTE ES SU DOBLE moral. Dice defender al pueblo y la austeridad, pero se rodea de lujos como cualquier político de la vieja escuela. Usa recursos públicos como si fueran de su propiedad y se comporta como un virrey de pacotilla. Su forma de actuar es un insulto a quienes alguna vez creyeron en el proyecto de la 4T.
INCLUSO CLAUDIA SHEINBAUM, LA presidenta de la República, ha tenido que marcar distancia de Noroña y sus desplantes de arrogancia. Eso ya es mucho decir.
LA VERDAD ES QUE LOS POLÍTICOS que durante años se vendieron como la opción diferente, como la esperanza de México, han terminado demostrando que son más de lo mismo.
LA 4T PROMETIÓ UNA transformación, pero casos como el de Noroña muestran que el cambio fue solo de nombres, no de actitudes.
LA PREPOTENCIA, LA incongruencia y el abuso de poder siguen siendo el pan de cada día. Y lo peor es que ni siquiera se toman la molestia de disimularlo.