La más grande herencia que podemos anhelar, es una vida llena de paz.
Porque anhelamos, que quien se va, se vaya en paz; y que también, queden en paz los que permanecen.
Lo mejor que hay que heredar, es una vida llena de paz.
Aunque, bien sabemos, que si alguien falta, no es tan fácil conservar la paz.
La fe nos asegura, que a quien no vemos, ahora vive entre nosotros; y esa certeza, nos hace recuperar la paz
Pero, la paz del alma, solo viene de Dios. Porque al Señor, no lo vemos, pero podemos vivirlo, porque lo llevamos dentro.
Y, la única herencia que el hombre no puede dar, es la que Dios nos regala.
Así, lo dejo dicho en el Evangelio: “La paz les dejo, mi paz les doy. No se la doy como la da el mundo. No pierdan la Paz ni se acobarden” (Jn.14).
El mundo, no nos puede dar la paz, porque ésta viene de Dios. Por el contrario, el mundo nos pone en riesgo de perder lo que deseamos.
Ya nos dice el Señor: no hay que acobardarnos, para que no perdamos la paz.
El Señor, nos va a enviar su Espíritu; para que nos sintamos plenos, y podamos recuperar la paz.
Pbro. Lic. Salvador Glez. Vásquez.
Evangelio del día
Lectura del santo Evangelio según San Juan 14, 23-29
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.
El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.
Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.
La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: “Me voy y vuelvo a vuestro lado”. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es mayor que yo, Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis».