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Morir en línea

Leopoldo Pacheco | 21/05/2025 | 18:27

La era digital ha transformado nuestras vidas de formas inimaginables, ofreciendo un sinfín de oportunidades de conexión, pero también de exposición. La reciente tragedia de Valeria Márquez, asesinada a tiros mientras transmitía en vivo desde su negocio en Guadalajara, y el desgarrador caso de María José Estupiñán, asesinada frente a su madre en Colombia, son recordatorios escalofriantes de que la vida, en su fragilidad, puede verse truncada en un instante, incluso ante la mirada del mundo en tiempo real.

EL FENÓMENO DE MORIR EN línea plantea preguntas inquietantes sobre la naturaleza de nuestra exposición en las redes sociales. Hoy, más que nunca, compartimos fragmentos de nuestras vidas cotidianas, creando una narrativa pública que puede ser utilizada tanto para la conexión como para el odio.

ESTA VISIBILIDAD, QUE ANTES SE consideraba un medio para fomentar la empatía y la comunidad, se ha convertido también en un campo de batalla donde el odio y la venganza pueden encontrar un terreno fértil.

EL IMPACTO MEDIÁTICO DE ESTOS eventos trágicos es innegable. La noticia del asesinato de José Muñoz y Ximena Guzmán, colaboradores de la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, desató una ola de especulaciones y teorías en las redes sociales.

DE REPENTE, TODOS SE convierten en expertos forenses y criminólogos, dispuestos a emitir juicios sin la menor base.

ESTE FENÓMENO DE JUICIOS tumultuarios, donde la opinión pública se convierte en un tribunal sin evidencias sólidas, refleja una inquietante tendencia a lucrar con el dolor ajeno.

Y SI ME PERMITE LA consideración, amigo lector, la era de la especulación ha llegado para quedarse. En un mundo donde las redes sociales son el escenario de nuestras vidas, los rumores, las patrañas y los mitos se propagan rápidamente, creando un ambiente donde la desinformación puede ser tan letal como el crimen mismo.

LA BÚSQUEDA DE LA VERDAD SE diluye en un mar de interpretaciones y manipulaciones, convirtiendo cada tragedia en un espectáculo mediático que atrae seguidores y atención, como lo vemos diariamente en Facebook, en TikTok, en Instagram, donde se hacen hasta producciones documentales sin sustento real.

ES FUNDAMENTAL CUESTIONAR nuestras propias acciones en este contexto. ¿Estamos perpetuando un ciclo de violencia y morbo al consumir y compartir contenido relacionado con estos eventos? ¿Hasta qué punto nos convertimos en cómplices al jugar el juego de la especulación?

LA RESPONSABILIDAD RECAE EN cada uno de nosotros, no solo como usuarios de redes sociales, sino como seres humanos que comparten este espacio.

LA REFLEXIÓN SOBRE LA MUERTE en línea debe impulsarnos hacia una mayor conciencia colectiva. Debemos aprender a distinguir entre la curiosidad y el respeto por la vida humana.

AL FINAL DEL DÍA, DETRÁS DE CADA historia hay personas con familias, sueños y esperanzas, cuyas vidas no deben ser reducidas a meros números o estadísticas.

ES HORA DE QUE NOS cuestionemos cómo queremos enfrentar la muerte en esta era digital y qué legado deseamos dejar a las futuras generaciones.

HASTA LA PRÓXIMA.