El Papa León XIV ha comenzado su pontificado describiendo como fueron estos últimos días donde el Colegio de cardenales lo eligieron en el Cónclave como el nuevo Sucesor de Pedro para guiar a Iglesia católica
“Fui elegido sin tener ningún mérito y, con temor y trepidación, vengo a ustedes como un hermano que quiere hacerse siervo de su fe y de su alegría, caminando con ustedes por el camino del amor de Dios, que nos quiere a todos unidos en una única familia”.
En su homilía habló de las dos dimensiones que le dio Jesús a Pedro para su misión, “amor y unidad” para que el mundo pueda “reunirse en el abrazo de Dios”.
León XIV añade que a Pedro “se le confía la tarea de amar aún más y de dar su vida por el rebaño”
“La Iglesia de Roma preside en la caridad y su verdadera autoridad es la caridad de Cristo. No se trata nunca de atrapar a los demás con el sometimiento, con la propaganda religiosa o con los medios del poder, sino que se trata siempre y solamente de amar como lo hizo Jesús”.
Durante la ceremonia que inició en el Altar de la Confesión donde esta el baldaquino de Lorenzo Bernini, ahí León XIV descendió a la tumba de San Pedro para tener un momento de oración.
Después continuaría en procesión al altar que se colocó a fuera de la Basílica de San Pedro donde estuvo colocada la Virgen del Buen Consejo.
El Obispo de Roma pide tiene una Iglesia unida
“Quisiera que este fuera nuestro primer gran deseo: una Iglesia unida, signo de unidad y comunión, que se convierta en fermento para un mundo reconciliado”.
Pide ser una “pequeña levadura de unidad”. “Nosotros queremos ser, dentro de esta masa, una pequeña levadura de unidad, de comunión y de fraternidad. Nosotros queremos decirle al mundo, con humildad y alegría: ¡miren a Cristo! ¡Acérquense a Él! ¡Acojan su Palabra que ilumina y consuela!
Durante la celebración le fue impuesto el palio, así como el anillo de pescador que le colocó el Cardenal Luis Antonio Tagle, siendo uno de los momentos más emotivos de toda la celebración.
Concluiría su homilía pidiendo ser una Iglesia misionera y que sea “fermento de concordia para la humanidad”.
“Construyamos una Iglesia fundada en el amor de Dios y signo de unidad, una Iglesia misionera, que abre los brazos al mundo, que anuncia la Palabra, que se deja cuestionar por la historia, y que se convierte en fermento de concordia para la humanidad. Juntos, como un solo pueblo, todos como hermanos, caminemos hacia Dios y amémonos los unos a los otros".
