Se cumplen 43 años del estreno de Conan el Bárbaro (Conan the Barbarian), la épica película de fantasía que no solo se convirtió en un clásico del cine de aventuras, sino que también catapultó la carrera cinematográfica de Arnold Schwarzenegger. Dirigida por John Milius y escrita en colaboración con Oliver Stone, la cinta llegó a las salas el 14 de mayo de 1982, redefiniendo el cine de espada y brujería con un estilo crudo, violento y visualmente impactante.
Inspirada en los relatos pulp creados por Robert E. Howard en la década de 1930, Conan el Bárbaro presentaba a un guerrero de mirada implacable, marcado por la tragedia y guiado por la venganza. El personaje, interpretado por un entonces poco conocido Schwarzenegger, encontró el equilibrio perfecto entre fuerza física y carisma silente, dejando una huella imborrable en la cultura pop.
La producción fue ambiciosa: se rodó en España, aprovechando paisajes naturales que acentuaban el tono épico de la historia. Con un guión escueto en diálogos y una banda sonora compuesta por Basil Poledouris que aún hoy es considerada una de las más poderosas del género, la película sorprendió por su tono serio, alejado del estilo camp habitual en películas de fantasía de la época.
Aunque recibió críticas mixtas en su momento, el tiempo ha sido generoso con Conan el Bárbaro. Hoy se le reconoce como una pieza de culto que inauguró una nueva era para el cine de acción fantástico. Además, consolidó a Schwarzenegger como un ícono de Hollywood, abriendo el camino para títulos como The Terminator, Predator y Total Recall.
A más de cuatro décadas de su estreno, Conan sigue siendo recordado por su estética brutal, sus frases lacónicas y una visión del héroe forjado en el sufrimiento y la voluntad de hierro. La imagen de Schwarzenegger empuñando una espada gigante sobre un fondo de fuego es, aún hoy, símbolo de una época donde los héroes hablaban poco y luchaban mucho.
La leyenda de Conan no ha muerto: sigue viva en cómics, videojuegos y nuevos proyectos cinematográficos en desarrollo. Pero nada ha igualado el impacto de aquella primera aparición en 1982, donde un culturista austriaco se convirtió en una leyenda del celuloide.