En el embarazo, la mujer cambia mucho, tanto como su entorno, y eso la pone en una situación de vulnerabilidad, considera Laura Elena Jiménez Aquino, socia fundadora de la Asociación Mexicana de Salud Mental Materna.
"Las mujeres tenemos tres periodos vulnerables de salud mental: la adolescencia, el embarazo o posparto, y el climaterio en la tercera edad; en los que las situaciones emocionales se pueden exacerbar", cuenta la psiquiatra perinatal.
En particular, el cerebro vive una serie de cambios conocidos como matrescencia.
Un estudio publicado en la revista Nature Neuroscience en 2024 apunta que el embarazo es un periodo neuroplástico "único" en la vida adulta, que causa cambios corticales cerebrales.
Jiménez Aquino ejemplifica esto en cómo las madres adquieren capacidades extra para cuidar a sus bebés, al distinguir su llanto del de otros infantes o qué es lo que quieren.
"El cerebro potencia la sensibilidad para que puedas leer a tu bebé por todos los sentidos: ver, oler y escuchar. De acuerdo a esas señales puedes darte cuenta de qué necesita", apunta: "El sueño también cambia porque tienes que estar en un constante estado de vigilia, no te puedes quedar sumamente dormida".
Sin embargo, quien actualmente trabaja en el Instituto Nacional de Perinatología apunta que muchas mujeres enfrentan estrés, agotamiento y pensamientos obsesivos.
De hecho, la hipervigilancia puede ser síntoma de un problema.
"En esta etapa, el más común es el trastorno de ansiedad, pero es el menos diagnosticado: pasa desapercibido, porque lo normalizamos mucho. Creemos que pensar catastróficamente, estar teniendo miedo o sentir terror a que algo pasa, es normal, cuando no es así", indica.
Según la Organización Mundial de la Salud, 25 por ciento de las embarazadas tiene algún tipo de malestar psíquico y una de cada cinco madres padecerán algún trastorno de salud mental durante el embarazo y el primer año después del parto, pero se estima que 75 por ciento de ellas no son diagnosticadas ni reciben tratamiento.
"La mayoría de mis pacientes no llegan por (recomendación) del ginecólogo, sino por las amigas, por alguien que pasó por algo similar. Quizás aún no tienen la confianza de decirles porque temen sentirse juzgadas, pues aún se cree que después de ser mamá sólo debes estar feliz y radiante", apunta.
Jiménez Aquino también destaca que la depresión y la ansiedad durante el embarazo traen consecuencias en los bebés a nivel químico y social, pues los niños tienen más riesgo a desarrollar estos problemas, así como, déficit de atención o trastornos de la conducta.
"De ahí la importancia de que las mujeres se traten, así no sólo vamos a permear en ellas, también en el desarrollo de los niños", narra la especialista certificada por el Instituto Europeo de Salud Perinatal.
La especialista destaca que 80 por ciento de las mujeres, en las primeras semanas del nacimiento, siente tristeza y un caso leve de depresión perinatal. Lo que alerta de un problema mayor es que experimentan incapacidad de atender al bebé y falta de interés por lo que antes era gratificante.
"Hay cambios emocionales, ganas de llorar, una sensación de 'en qué me metí', 'no sé qué voy hacer', pero debe ir mejorando. Habitualmente dura una a dos semanas. Si se extiende más, algo está sucediendo", indica.
Finalmente, Jiménez Aquino cuenta que también se experimenta rechazo con la imagen corporal.
"Hay que volver a aceptar tu cuerpo y a reconocerte. Los trastornos de la conducta alimentaria se pueden potenciar o iniciar en el posparto porque estamos muy sujetas al 'debería de', pero hay que volver a abrazarse a sí misma y normalizar que el cuerpo cambia y hay que reconocerlo en sus diferentes etapas", sugiere.
¿Cómo cuidarse?
-Evitar el aislamiento. Tener una red de apoyo.
-Asistir con un especialista en salud mental.
-Identificar emociones y, tal vez, escribirlas.
-Cuidar la alimentación y hacer ejercicio.
-Favorecer el descanso.
-Practicar meditación o mindfulness.
-Distribuir los cuidados del bebé con otros.