Lunes 12 de Mayo de 2025 | Aguascalientes.
locales

HOMILÍA: Nadie ,nos podrá arrebatar de sus manos

Pbro. Lic. Salvador González Vásquez | 11/05/2025 | 03:34

En Dios, nuestra vida está asegurada; pero necesitamos conocerlo, para poder  seguirlo.

Si nos acercamos a Dios, y dejamos que Él nos sostenga, no tenemos nada que temer. Porque ningún enemigo, nos podrá  arrebatar de su mano.

Y aunque ignoramos, con quién contaremos mañana, también tenemos la certeza, de que siempre contaremos con Dios.

Porque, para Dios,  somos la oveja desvalida que necesita la protección de un pastor.

Ya que,  “El Señor es mi pastor, nada ya me faltará” ( Salm. 22).

En esta vida, es mucho lo que podemos perder; pero, que no nos perdamos a nosotros mismos.

Y si llegamos a perdernos, Dios sabe cómo encontrarnos.

Cuando sintamos a Dios, hay que estar  dispuestos a seguirlo. Porque solo Él, es el que sabe dónde estaremos mejor.

Las ovejas conocen al pastor, y lo siguen; pero, el que  decide abandonar y abandonarse de  Dios, es porque no atiende el llamado del corazón.

Ya lo dice el Señor: “Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Me las ha dado mi padre, y él es superior a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del padre”. (Jn.10).

El que nos ama, también nos conoce. Y Dios nos ama porque nos conoce; y porque nos conoce, nos ama.

Si queremos amar al Señor, es necesario seguirlo; pero si lo amamos, también hay que conocerlo.

Ya lo  dice el salmo: “Haz la prueba, y veraz que bueno es el Señor”.

Por tanto, no hablemos de Dios sin haber hecho la prueba. Porque aún, no hemos experimentado las bondades del Señor.

El Señor, siempre cuidará de nosotros. Pero tenemos que seguirlo, para no perderlo y  acabar perdidos.

Pbro. Lic. Salvador Glez. Vásquez.

 

Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según San Juan 10, 27-30
En aquel tiempo, dijo Jesús:
«Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano.
 
Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre.
 
Yo y el Padre somos uno».