Un 8 de mayo de 1970, el mundo escuchaba por primera vez Let It Be, el último álbum que The Beatles lanzaron como grupo. Aunque Abbey Road fue grabado después, Let It Be se publicó semanas después de que Paul McCartney anunciara oficialmente su salida, convirtiéndose así en el disco que acompañó el fin de una era.
El álbum, producido por Phil Spector a partir de grabaciones realizadas más de un año antes, reflejaba tensiones creativas, desencuentros personales y un desgaste emocional acumulado entre los cuatro integrantes. Concebido originalmente como un proyecto llamado Get Back, la intención era volver a las raíces del rock, sin artificios, con grabaciones en vivo y sin tanta producción. Sin embargo, el caos detrás del proceso llevó a un resultado muy distinto.
Canciones como "Across the Universe", "The Long and Winding Road" y "Let It Be" se convirtieron en clásicos atemporales. La voz suave y reflexiva de McCartney, combinada con letras cargadas de melancolía y resignación, sellaron el carácter emotivo de un álbum que sonaba a despedida, aunque no lo fuera oficialmente al momento de su grabación.
A 55 años de su lanzamiento, Let It Be sigue siendo un símbolo de cierre, pero también una pieza esencial del legado artístico de The Beatles. No fue su adiós más planeado, pero sí el más sincero: un testamento imperfecto, poderoso y humano del grupo más influyente del siglo XX.